15 de junio de 2018. Viernes.
LA JAURÍA
La paz de la cruz, en Bucarest. Rumanía. F: FotVi |
-Al
despertar, me santiguo con diecinueve grados y, según las predicciones,
llegaremos a los treinta y dos. Es decir, a un paso del verano. Más adelante
llegaremos a los treinta y tres, y a los treinta y cinco, y, en algún punto de
Andalucía, a los cuarenta, y, entonces, se verán derretirse los pensamientos. ¿Qué
sostienes en las manos? Un poco de pensamiento licuado; o un poco de agua de
pensamiento, que aún vibra y habla, y siente; pero en las manos, por el calor. Y,
en estos días de subida del termómetro y del afer mediático, se habla de jauría. Jauría, o la saña hecha
persecución, acoso, mordisco, fauces humeantes y ensangrentadas, derribo. Imagínense
un grupo de perros atacando a un niño indefenso. Terrible. Pues es lo que está
pasando en nuestra sociedad, desnutrida intelectualmente, y echada a los perros
de la manipulación y de los medios, al nuevo pan y circo sin conciencia, la
última diversión social e insaciable. Jauría que, como se ha podido ver, muerde
incluso al amigo del dueño de los perros, y lo echa de ministro de la cosa -de cultura-,
llenándolo de desechos y dudas malignas, de quejas, de ambiciones frustradas. Y
es que el que a jauría mata a jauría muere. El dueño de los perros no los
alimenta lo suficiente o los ha olvidado tras usarlos, y ahora muerden donde
pueden, con colmillos de rabia y ruido de sables, con perversidad,
acostumbrados como están a perseguir y morder con saña, a hincar el diente allí
donde se sacian. Me asusta, Diario, tanta jauría suelta en la plaza pública y sin
medios eficaces para contenerla; cualquier día me puedo ver (o te puedes ver)
mordido por esa jauría insaciable y tan agresiva, hecha solo de colmillos y sin
corazón, con hambre de todo, de poder, de dinero, de fama, y dispuesta a morir
matando, sin escrúpulos, con dentelladas mortales (11:40:45).
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