miércoles, 6 de junio de 2018

6 de junio de 2018. Miércoles.
SUPERVIVENCIA

Un punto de luz, desde el cielo del jardín. Torre de la Horadada. F; FotVi

-Ayer, día mundial del medio ambiente. Un día para alegrarse por el desierto y la selva, por el mar y el acantilado, por el dinosaurio, la hormiga y el águila real, por la recelosa y saltarina ardilla, y por el silencio que se oye, en la soledad, al caer la tarde, cuando el gajo de la luna preside el cielo. «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, / la cual nos sostiene y gobierna / y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas». Francisco de Asís. Y también por el hombre; celebrar un día por el hombre, que, menos por su propia defunción, oficia y exalta días por todo; defunción que llegará si persiste en llenar de dióxido de carbono, de plásticos e insecticidas, de bosques que se talan y aldeas despobladas, de glaciares que se desploman y un etcétera fatal e infelizmente catastrófico, la hermosa madre tierra, a la que ha perdido el respeto, sumiéndola en una pesadilla de terror y muerte, de caída y cólera. El hombre, el animal -dicen- más inteligente, lúcido, pero el más despótico donde los haya, más arbitrario y absurdo, menos agradecido, más despilfarrador, menos consecuente con el credo de su supervivencia, contra la que atenta a cada momento de un modo cruel, excesivo, y quizá, quién sabe, hasta infantil. No se da cuenta (¿o, sí, Diario?) de lo que hace; tal vez piense que quien venga detrás todavía pueda arreglar, recomponer, ataviar, lo que él, desde el hombre de Neandertal hasta hoy, ha venido mancillando, ofendiendo sin pudor, en un despilfarro inmoral e injusto, de bacanal y disparate, pavoroso (19:01:42)

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