17 de julio de 2016. Domingo.
CALMOSA VORÁGINE
Ella sola, acompañando, en un jardín de Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi |
-Y llegó la familia a la Torre, como un acontecimiento
de vecindad. Se ha aproximado la cercanía, tan lejana durante el año. Vienen y
llenan la soledad de presencia, de palabras, de silencios hermosos. Todo se
llena de familia que va y viene, todo se pone en movimiento, todo es calmosa
vorágine. Las cosas que antes habían estado quietas (las habitaciones, los
armarios -los armarios donde esperan las sorpresas-, las cosas todas) se han
puesto en movimiento, y están y no están, y su pierden y se encuentran, y no me
preocupan porque sé que al fin se hallan en algún sitio, mirando y observando,
hasta que se da con ellas. Reconforta sentirse acompañado, dejando que la
soledad se entristezca, se quede sola, pero sin irse, quedando a mi lado para
cuando la necesite o ella me necesite, que siempre hay un momento en que ambos nos
necesitamos. La soledad siempre acompaña, aunque sea dejándote solo y haciendo
como que no te ve, pero mirando y oyendo. La soledad entristece, pero sólo
cuando crees que no está y dejas, abatido, de hablarle. La soledad suele
contestar cuando le hablas. Ya dijo Joseph Conrad, el autor del Corazón de las tinieblas, que vivimos
como soñamos, es decir, solos. Pues la soledad se ha roto, Diario, pero me
acompaña, para cuando la necesite, o ella se sienta sola (18:57:06).