24 de junio de 2017.
Sábado.
¿ODIO?
Cielo ardiente, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-¿Qué es el odio?
¿Ilumina, oscurece, destruye? El odio, decía Empédocles, mueve el mundo. Pero
también el amor. El odio y el amor son esos hilos invisibles que guían y actúan
en el quehacer del ser humano. Quizá tenga razón Freud cuando define el odio
como el deseo de destruir aquello que te hace infeliz, sea persona o cosa. La
infelicidad anida en el corazón y se desangra a través del acto vandálico,
atroz, grosero, del odio. Decía Aristóteles que el odio no tiene cura ni fin, y
solo le interesa que la otra persona, a la que detesta, no exista. Persona o
colectivo. Ahora, para algunos sujetos jóvenes, universitarios, se supone que
formados e informados, demócratas -dicen-, liberales por tanto, andan por ahí
quemando capillas y escribiendo cosas tan poéticas (y luminosas) como ésta: «La
Iglesia que ilumina es la que arde». ¿De dónde les ha venido tanto odio a estos
chicos? (Chicos, en todo). Si a estos lunares (jóvenes) de nuestra sociedad les
tocaras el lado del corazón, donde debieran latir bellas ideas, encontrarías
que no hay más que ceniza y turbiedad, o la desolación del odio. Ayer se
produjo un ataque a la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid. Intentaron
hacer que ardiera: unos lo crucificaron, otros desean que arda otra vez el
crucificado. Desean quemar el lugar donde se pueden dar cita la fe y la razón. «Él
venía de no estar / y en aquella estancia estaba», dice el poeta. Para los
sentidos parece no estar, pero para lo más bello y trascendente del ser humano,
el espíritu, sí está. Y entretanto, yo me pregunto ¿qué les habremos hecho los
católicos a estos jóvenes (¿pirómanos?) para que nos tengan tal ojeriza (¿o es amor,
Diario?) y nos quieran hacer arder, sin compasión, en su hoguera purificadora, y
purgante, del odio? (20:21:29).