9 de septiembre de 2023. Sábado.
LECCIÓN A LA IGLESIA
LECCIÓN A LA IGLESIA
-Decía Galileo
Galilei (1564-1642), físico, matemático y astrónomo italiano: «La Biblia enseña
a llegar al cielo; no cómo funcionan los cielos». La Biblia es un camino, una
escala con espinas y flores en algunos de sus tramos, un manual que enseña a
hacer alabanza y dar gracias a Dios: es
el abecedario que te instruye en cómo acercarte y amar a Dios. No es un tratado
ni de física, ni matemático, ni de astrología. No nos dice cómo funcionan los
cielos, sólo nos dice que esos cielos sujetos a unas leyes imperecederas y
eternas fueron obra de la sabiduría y del amor de Dios. La Biblia no se equivoca. En
ella se da el primer paso para investigar el cielo y las estrellas; es decir,
la Biblia dice que Dios creó la luz: la energía del cosmos. Galileo y su
telescopio descubren que la tierra no era el centro del universo –creencia en
la Edad Media–, sino que la tierra se movía, dándole la razón a Nicolás
Copérnico. La iglesia condenó a Galileo por hereje, y, después de retractarse,
fue condenado a arresto domiciliario. Cuenta la leyenda que, mientras
abandonaba el juzgado, susurró: «Y sin embardo, se mueve». La iglesia, en 1992,
reconoció su error y lo rehabilitó. En este caso, Galileo y las matemáticas
dieron una lección a la iglesia, por meterse en donde no la llamaban. La
iglesia con la Biblia, Diario, sólo deben intentar salvar y no dar clases de
cómo funciona el mundo y sus alrededores; sólo deben hablar del amor de Dios y
cómo llegar a ese amor por la senda de la gracia y el bien, sin otros aditivos
ilustrados o especulativos: para ese menester están los científicos, admirados
visionarios (12:24:53).