26 de marzo de 2015. Jueves.
GRANDEZA
Humildad y poesía, en el jardín. F: FotVi |
-Ahora se lee, no por el placer de leer, sino por el afán de avanzar,
dijo el sabio. Es la razón por la que se agencian o compran tochos grandes, libros
abundosos en hojas pero carentes de sabiduría, de delicia, quizá, de sobresalto
literario. Pero es igual; si viajas con mil páginas de un libro (el tren, el
avión, horas de viaje), y lo abres y, como diría Poniatowska, te «recargas» en
el respaldo del asiento y te dispones a avanzar por las páginas llenas de
palabras, con el sólo afán de avanzar, y avanzas sólo, sin más, entonces avanzas
pero no lees. Sólo avanzas, sin encantarte en los gajos de la lectura, en su arboleda,
en su manantial. Yo leo para leer, y no tanto para avanzar. Avanzo, pero
leyendo; me intriga el final, y lo deseo, pero con la lentitud de la lectura
recreada, regostada; es decir, salivando el placer de la lectura; suspirándolo
a veces ante un hallazgo, como cuando se saliva una ensoñación bella. ¡Ay!,
decimos, y seguimos salivando por la emoción de lo soñado. Sobre todas, me
gusta leer la prosa que me hace pensar, la que me dice «Párate y piénsame», y,
pensándola, me hace salir complacido, enamorado de lo que he leído. Algo tan
sencillo, tan grande, como este poema que hoy he leído en Facebook (ese montón
de vanidades) y que dice, decía, Diario: «Hay un lugar en ti que no te pertenece.
/ Puedes llamarlo Dios. / Tendrás a quien culpar de tu desdicha.» Título: Ejercicio dominical; autora, Katy Parra,
o poeta y humildad; o humildad y poesía; es decir, grandeza (19:11:179.