26 de mayo de 2018. Sábado.
UN
¡OH!, ASTILLADO
Huyendo, en la estación. Balsicas. Murcia. F: FotVi |
-Me
despierto esta mañana y, ante las noticias que oigo, se me queda una boca de ¡oh!;
un oh «astillado y abierto», que diría el poeta, y que aún no me lo he podido tragar.
Ahí está el ¡oh!: «el oh puro, / cerrado de la desesperación». Desesperado,
porque la democracia ande tan sucia y en harapos, tan desnuda de virtudes, que
más que horror, inspira lástima. Lástima por su impudor. Se amontonan, como
brasas de un gran incendio, los temas de corrupción: en el PP, el PSOE, Convergencia,
todos -salvo los partidos que aún no han tocado poder- metiendo la mano en la
caja del dinero, que, según una ministra, no es de nadie, sino de ellos, que,
por lo visto, son los únicos que saben administrarlo en su interés. Un poco
para pagar el aceite de la lámpara -hay que conservar encendida la llama-, y el
resto para mí –dicen algunos políticos-, que son quienes más entienden de luces y sombras, de cuentas corrientes y seguras
en algún paraíso fiscal, o el «chupa tú un poco, que yo me quedo con el pirulí».
Qué susto, Diario; esta mañana, al despertar, me creí un pájaro encerrado en
una jaula al que habían dejado sin alpiste, y me he dicho: «¡oh!», pero un ¡oh!
triste y desesperado, famélico, de pájaro sin alas y engañado, con solo la
papeleta del voto en la mano y sin saber qué hacer con ella, ¿la echo a volar? (18:49:10).