jueves, 10 de mayo de 2018

10 de mayo de 2018. Jueves.
UNA VIÑETA

Los que quedan, tras una cruz. El Roto. El País

-Hoy me voy a detener en una viñeta de El Roto, en El País. Una viñeta es como un fotograma, que recoge un momento más o menos importante -recuerdo imborrable, quizá- de nuestras vidas. Se trata de cuatro hileras de nichos con cruz -negros y tristes- en un cementerio envuelto en silencios, y que, sin embargo, es un grito que se desgarra, alarido abierto. La muerte, aunque sin gritos, siempre es bramido, cólera desatada. Y sobre todo, si es muerte violenta, criminal, imprevista, muerte de disparo -humeante el cañón de la pistola aún- en la nuca. Y además con las flores del llanto de las viudas, y de los niños que de pronto tocan la orfandad, y de todas las madres, que quedan sin abrazos que dar al hijo, huérfanas ellas del hijo. Creo que la viñeta hace referencia al último asalto de ETA a la democracia, en Cambo-les-Bains. «Dejo de matar -se dicen-, de extorsionar, de causar temor, y se me perdonan todos mis pecados, quedo absuelto de mis fechorías». En la viñeta se lee: «¡Ahí queda eso! Dijo el último etarra señalando al camposanto». Es algo parecido a lo que escribió Adonis, poeta sirio, de la ciudad histriónica de los rascacielos: «Nueva York, / mujer, estatua de mujer / que alza en una mano un harapo llamado libertad, / una hoja de papel que llamamos historia, / mientras con la otra estrangula a una niña / cuyo nombre es Tierra». Eta es eso: hace una declaración, que, mientras habla de paz, estrangula a las víctimas, las disuelve en la cal del olvido, y queda a la espera de ser aplaudida. Pues no habrá aplauso, Diario, al menos, mientras no pida perdón a las víctimas, y se dejen juzgar los que aún están fuera y que, entre rejas, quizá les diera por meditar sobre el mal que han hecho a la sociedad, y a su tribu; sobre todo a su tribu, enrojecida por tanta sangre inocente (18:33:35).

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