1 de julio de 2018.
Domingo.
NO
JUGAR A NADA
El sol sigue saliendo, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Me
encuentro con el mes de julio entre las manos, lo miro, lo estudio, lo huelo, y,
por fin, concluyo que lo temo. Julio es un mes caluroso, desagradable, con
calor de termómetro desatado, achicharrador. En julio, los pájaros callan, se abanican
con las hojas de los árboles, vuelan a beber agua a cualquier charco, regresan
a casa, y, entre suspiros, dormitan. Después de no jugar a nada, España pierde
ante Rusia en los penaltis, y bajo un manto de lluvia; de lluvia o de lágrimas,
las de Ramos. Solo que los cocodrilos también lloran. Nada se puede hacer,
cuando no se hace nada. Yo no sabía que al fútbol se juega a no jugar, a no
ser, a no estar, o a estar cansado, como hastiado -una flor mustia en un
florero-, que así he visto yo a este equipo de famosos y tatuados, sin nervio y
sin alma, como una mala caricatura de sí mismos. He leído en algún sitio:
«España es un horror»; y no: «España es un error». En Luzhniki, Diario, y como
diría Don Quijote, España, con la cabeza, ha perdido la celada y el morrión, y ha
quedado hecha -la selección- un Rocinante «con más cuartos que un real y más
tachas que el caballo de Gonela». Gonela, por cierto, fue un bufón (20:14:26).