26 de julio de 2018.
Jueves.
HIJOS
DEL TRUENO
Santiago y abre España, en Compostela. |
-Se
llamaba Santiago y era hijo, y hermano, de pescadores. Pescador, o conocedor
del mar: de sus ínfulas y de sus calmas, de sus noches ciegas y de sus noches
de luna, de la tragedia y del amor. Hijo de Zebedeo y hermano de Juan, era
amigo de Jesús de Nazaret. Parece ser que parientes. Vivía en Betsaida, junto
al lago Genesaret y cerca de Cafarnaúm. Un día, estando ambos con sus tareas
junto al mar, pasa Jesús, les invita a seguirle y ellos, dejándolo todo, le
siguieron. Sin pensar en el mañana, solo en el hoy: en esa figura de Jesús que
les atrae y les seduce. Hijos del Trueno, les llamará Jesús. Un día, ante un
recibimiento desairado de los samaritanos, le piden a Jesús que baje fuego del
cielo y les mate. Todavía no conocían lo que era la misericordia. Pero vivieron y
convivieron con Jesús, y con él pisaron fango y desierto, pobreza y compasión, vieron cómo hablaba un mudo o veía un ciego, o cómo tomaba su camilla un paralítico y
andaba, o cómo al ser tocado un leproso por Jesús quedaba limpio de su
impureza. Y, sobre todo, escucharon la parábola del buen samaritano y su corazón
halló la piedad, y se hizo más humano. Ayer celebramos la fiesta onomástica de Santiago. Con alborozo popular. Dice la tradición que vino a España y predicó el evangelio de Jesús, y
que, después de ser decapitado en Jerusalén, sus discípulos cogieron el cuerpo
y lo trasladaron al lugar donde hoy se venera, en Compostela, o el Campo de
Estrellas. Es una bella tradición, Diario, que ha colmado muchas vidas de paz y
gracia, y de una excelsa luz para el espíritu (19:53:40).