24 de marzo de 2021. Miércoles.
EN LA CALLE
-Dios, a veces, va rasgando la oscuridad y se hace presente en detalles de
luz y predicción. Sutilmente, sin estruendo ni espectáculo de cohetería. Como
quien, desde la humildad, alarga la mano de pobre y pide una oportunidad. Con
la pandemia golpeándonos, Murcia, en sus calles y plazas, se viste de imágenes,
de banderolas, en las que el dolor de Cristo expresa la dignidad y grandeza de
quien sufre en soledad y sin aparente consuelo de nadie. Cristo, su Madre, los
discípulos, el dolor y el Calvario, y la esperanza de la resurrección, hechos
poster y pantalla que hablan en la calle, que piden piedad. En la calle, pues, la pasión de
Cristo, inamovible, terrible, pidiendo indulgencia, un poco de amor. Es éste un
modo de vivir la Semana Santa desde otra perspectiva, desde la intimidad, y desde
la contemplación. La Semana Santa de este año, se vivirá de dentro a afuera, con
el espíritu latiendo en las palabras y en los ojos, sin liturgias quizá, pero con
la fe supliendo la representación, elevándose en oración y en comunión, en el
tacto íntimo –místico– del crucificado. Lo tocamos con los ojos y lo amamos con
el corazón: latidos de fuego. Y en cualquier lugar. Y en todo caso, como dijo
San Pablo en su Carta a los de Corinto: «¿Por ventura no sabéis que vuestros
cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros…? Glorificad, pues,
a Dios, y llevadle siempre en vuestro cuerpo». En la calle o en el cuerpo, Cristo en nosotros, como llaga sagrada que nos limpia y nos eleva, y nos purifica,
librándonos del error que somos, del pecado que nos enluta; pero siempre, Diario, por esas llagas, «perdonados»
(11:55:19).