15 de octubre de 2021. Viernes.
CAZADORA DIVINA
CAZADORA DIVINA
-Rezo y baja el nombre de Teresa a mis labios. Hoy, su día. Lo digo con
lentitud, saboreándolo, haciéndolo fruto –masticado– en mi boca. Decir Teresa
es decir milagro y cazadora divina, o suceso tocado por el
dedo de Dios. Teresa es un acontecimiento divino. Es delicada escritura –poema–
en el libro de Dios. Como peregrino que caminara a su lado, protegiéndola,
dándole su mano, Dios anda en el nombre y en la vida de Teresa. Teresa es
llamada de Jesús, su nuevo apellido, el que la hace reconocible, el que guía su
vida y su obra, el que libera y la acompaña en la libertad, el cazado por su amor rotundo, concluyente,
el que se deja llevar de acá para allá, para ser instaurado como Dueño y Señor de
todo lo que ella hace o dice. Así, guiada por la mano –pedagógica– de Dios,
pudo escribir en el Libro de su vida:
«Con tan buen amigo presente –nuestro Señor Jesucristo–, con tan buen capitán,
que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir». Para añadir en
versos de donación y confianza absolutas, de lírica estremecida: «Dadme riqueza
o pobreza, / dad consuelo o desconsuelo, / dadme alegría o tristeza, / dadme
infierno o dadme cielo, / vida dulce, sol sin velo, / pues del todo me rendí. /
¿Qué mandáis hacer de mí?» Y yo, Diario, digo: «¿Qué mandáis hacer –o deshacer–
de mí, Señor?» Y callo, esperando respuesta (12:15:33).