miércoles, 13 de octubre de 2021

13 de octubre de 2021. Miércoles.
RESCATE

El cielo, color mandarina. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Sale el sol y su luz se va extendiendo –color de mandarina– por el paisaje de la ciudad. Ilumina la oscuridad y le da color a las cosas, las saca del anonimato, las hace realidad. Vuelan las palomas, los árboles se esponjan, la vida empieza a andar, todo se mueve. La luz anima la vida, y más, el dolor, donde se arrecia, se intensifica la necesidad sagrada de vivir, de salir de la cruz del sufrimiento. Hasta el mismo Jesús exclama: «¡Padre, si es posible que pase de mí este cáliz!» Es la hora, dice Joseph Ratzinger, en su obra Jesús de Nazaret, en la que «Jesús se encuentra con la majestad de la muerte y es tocado por el poder de las Tinieblas». La majestad de la muerte y toda su cohorte, como la invalidez, la enfermedad, el achaque, la parálisis del cerebro, todo lo que nos asusta e inmoviliza, lo que pone en nuestros labios, como plegaria o desesperación –«el poder de las tinieblas»–, un grito desgarrador: «¡que pase de mí este cáliz!» Pero el cáliz está en la misma carne, y si desdeñamos el dolor, estamos pervirtiendo nuestra vida, que siempre acaba muriéndose, como la mariposa o el volcán, como el llanto que nace del suplicio. Todo muere, menos la esperanza; es por lo que Jesús, tras saberse hombre, reo por tanto de sufrimiento, de muerte, y enviado al mundo para morir, para redimir muriendo, dice: «Padre, hágase tu voluntad y no la mía»; es decir, asume su destino y abre los brazos para que claven sus manos y sus pies, claven su vida –para ser libre– en la cruz. El amor, principio de liberación, Diario, vence a los miedos, y nos acerca a Dios, que, para dar con él, hay que entrar en la muerte y, antes, en su cohorte de clavos y lanzadas, de sangre derramada y cáliz –eucaristía–, hasta ser rescate (12:56:08).

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