25 de octubre de 2021. Lunes.
BUFONADA
BUFONADA
-Siempre ha sido así: dar ejemplo ha consistido en cumplir la ley: si la
ley es justa y según derecho. Una ley justa es la que busca el bien y la verdad,
la equidad, la excelencia, y desoye al mal. Si cumplir una ley te hace libre, es
luz que te invita a seguirla. Cicerón llama a la justicia, virtud; es decir, la
«cualidad moral que se considera buena». (Diccionario de la Lengua). La que
viene de más allá de la intervención humana, y es buena en sí misma, ejemplar
sin aditivos extraños. La virtud no es ideología, no es altercado, no es
reyerta, y por eso no cala, no echa raíces entre los malos, los que pervierten
el orden moral y ético y lo adaptan a su modo perverso de pensar y actuar. Viven según
sus códigos, no según la ley natural, en la que, como decía Einstein, se nota
la mano de Dios. Se dice que Einstein no creía en Dios, pero sí en el Dios, que
al hacer las leyes, no jugaba a los dados, o que la ley natural no es producto
del azar. Decía Montesquieu: «Una cosa no es justa por el hecho de ser ley –la
ley del aborto, la de la eutanasia…–, sino que debe ser ley por ser justa». Recuerdo
cuando en la II República se votó en el Congreso si Dios existía o no. El
resultado, grotesco, delirante, fue que Dios, por un solo voto a favor, no
existía. Y los que votaron a favor, aplaudieron, se miraron complacientes, y el
ridículo entonces se vistió de representante del pueblo, contra el pueblo, se disfrazó
de farsa, y ahí, Diario, murió, no Dios, sino la república, que no pudo
resistir su propio y destructivo zarpazo, su propia, e innumerable, bufonada
(10:20:12).