17 de octubre de 2021. Domingo.
SERVIR
SERVIR
-Otoño, Domingo, y –para el cristiano– día del Señor. Es decir, Dios, la
fiesta y los colores dorados –hojas que caen– del otoño. Las hojas, en el
suelo, se hacen añoranza del árbol frondoso, exuberante, que fueron. Sirvieron
al árbol, y, ahora, en tierra, dan su vida para que vuelva a florecer. Llegados el sol,
la lluvia y el viento, las hojas desaparecerán y serán fertilizante, y, en
primavera, volverán a ser fronda –lujo– en el árbol. Han servido y han muerto,
para ser vida de nuevo. Hoy, en la misa, he oído estas turbadoras y
revolucionarias palabras de Jesús: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le
sirvan, sino para servir, y dar su vida como rescate por todos». Y en mi
interior, de pronto, ha surgido una exclamación: «¡Como las hojas en otoño,
pero a lo divino!», me he dicho. Para rescatar lo egoísta del mundo, lo
desnaturalizado, lo inhumano, los diosecillos a los que está rendido nuestro
corazón: el diosecillo del poder, del prestigio, de la impiedad; los siniestros
individualismos que nos llevan a olvidarnos de que somos familia, colectividad solidaria,
sabiduría compartida, amor comprometido, implicado en la felicidad de los otros;
para lograr esto, Jesús nos invita a servir y a dar la vida. Con los
sentimientos de Jesús, el Papa Francisco, ha dicho: «El cristiano existe para
servir». No el dominio, sino el servicio es el que salva: el vaso de
agua que des al sediento, el pedazo de pan que facilites al hambriento, el
vestido con que vistas al desnudo –servicios de piedad estos–, serán el billete
que te permitirá entrar en el Reino, donde se hallan, Diario, el descanso y la
paz en Dios: el Amor trascendente (12:48:29).
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