8 de noviembre de 2021. Lunes.
¡EXULTE EL ABRAZO!
¡EXULTE EL ABRAZO!
-Es hermoso el día, como ver crecer una hoja en un árbol del bosque. La
hoja crece, llamarada de luz en la luz. El bosque, en la hoja, se embellece, no
obstante haber árboles caídos, cortados por la hoz del tiempo. Es la metáfora
de lo que ocurre en el bosque –a veces inhumano–, de lo humano. No todo en la
naturaleza humana es cruel, feroz. Competición. Sucedió así: una madre, al ir a
aparcar, atropella a una niña de 6 años a la puerta del colegio, involuntariamente.
Conmoción y lágrimas, ambulancias, y la madre de la niña fallecida que aparece
y se da de bruces con la tragedia. Llora, como la madre causante del accidente.
Y al fin, y después de contemplar la derrota sentimental y maternal de ambas,
se funden en un abrazo. El abrazo es el júbilo del amor hecho signo que atrae y
funde, y conforta. Es valor que hoy no se estila como forma de consolación, que
se desecha por decadente y obsoleto. Abrazadas, rozando sus lágrimas, la madre
de la víctima y la causante de la misma, alentándose, ambas abrazando –quizá– la
misma cruz, la cruz del dolor extremo. Siempre que abrazas, te están
devolviendo el abrazo, pagándote con la misma moneda de amor que tú das. Es el
signo de Jesús palpando las llagas del leproso, amándolas, en el tacto. La que
había causado el accidente estaba desolada, llegó la madre de la niña
fallecida, y, en el abrazo, puso su corazón a la altura del otro y se
consolaron: deslumbre de misericordia. Ya dejó dicho San Juan de la Cruz:
«Quien no ama, ya está muerto», y todo abrazo es amor, que vive, Diario, en
quien lo da y en quien lo recibe: unción que alivia y cura, y consagra
(12:17:22).