26 de octubre de 2021. Martes.
GORJEO DE DIOS
GORJEO DE DIOS
-Esta noche he dormido poco, no por nada irremediable, sino porque me ha
venido un destello –chispazo– no esperado de inspiración y cada vez que cerraba
los ojos me deslumbraba y tenía que ir a hilar versos por ver si me salía un poema.
Y ha sucedido que ni he dormido lo imprescindible ni me ha salido el poema, para
dejarme solo, al fin, un bostezo y ojos de bruma ante el espejo, y apenas un
apunte en el papel. Decía Cela que no creía en la inspiración, que solo creía
en el trabajo incesante, continuado, es decir, en «trabajar una buena porción
de horas». Pablo Picasso, sin embargo, disentía de Cela en un pequeño matiz, afirmaba:
«La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando». Existe. Aunque hay
quien, como Umberto Eco, habla del «furor de la inspiración». Y he pensado que tal
vez fuera eso: la inspiración que se ha enfurecido y me ha atacado donde más
duele, en los efluvios del sueño, por donde andan libres las fantasías y las aventuras
inverosímiles; y, mientras tanto, yo, en la cama, incitado a revivir palabras, a florecer
versos. No obstante, para no desairar a la inspiración, me he levantado varias
veces y he escrito lo que ella me dictaba. Sin apenas dormir, Diario; pero con
la satisfacción de haber avivado palabras y haberles dado mi aliento: una diminutiva
creación; palabras que –sin duda– serán villancico en Navidad; es decir, alegría –canto, adoración–
para el Niño de Belén: ternura de Dios –gorjeo– en brazos de María (12:51:44
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