29 de octubre de 2022. Sábado.
HALAGO DEL OÍDO
HALAGO DEL OÍDO
Tristeza de las hojas, alegría del árbol. Torre de la Horadada. |
-¿Es fresco o es desgana del calor? Uno no sabe si
es una u otra cosa. Pero lo cierto es que el otoño ya empieza a dar muestras de ser la antesala del invierno. Se
está vistiendo de jersey y de versos sentimentales. Se está enfriando, como el
sol o la mano que saluda desnuda. En los saludos, ya se nota que es otoño: se
nota el frío del apretón, del contacto. Aunque arda el cumplido. Antes los
poetas cantaban el otoño; ahora, no. ¿Por qué? Juan Ramón Jiménez lo llegó a
llamar «encantamiento de oro» y «decadencia de hermosura». El otoño siempre ha
tenido un cierto aire melancólico, romántico, que ha procurado la atención y la
tensión del poeta. «Por mi vida se va el otoño», dice otro poeta. Pero es el
caso que los poetas de ahora se han despreocupado del otoño, y de Dios, y tal
vez sea o porque no hay poetas o porque les cae grande la estación de la
añoranza, o el infinito de Dios. No cabe en sus versos. Sin embargo, yo sigo
creyendo en J. R. Jiménez y en Leopoldo Panero («Porque es como la rama donde
la savia nace, / mi corazón, Dios mío, sueña que tú lo ves»), y menos en la
poesía de ahora mismo, ésa que apenas nadie lee porque apenas dice, y que ha
dejado de ser, Diario, halago del oído y gozo para el espíritu, convirtiéndose en
prosa vulgar y oscura, apagada (17:37:07).