lunes, 24 de octubre de 2022

24 de octubre de 2022. Lunes.
DIOS SE RÍE CON LA BURLA

Iluminando la oscuridad, el misterio. Torre de la Horadada. 

 -Lo he dicho alguna otra vez: Me dan cierta pena los ateos: sin pretenderlo, siempre tienen a Dios en la boca. De sus dudas y negaciones les brota Dios en los labios como en el prado, tras la lluvia, la hierba. Con amapolas, además, que es su dolor, y su cruz. Dios sobrevolando la duda, poniendo inquietud en sus sombras. Dios desearía salir del no del ateo, evadirse de ese Gulag de la incomprensión; pero no le dejan. Dios, así, sigue en el Gulag del no, en ese acrónimo de la desesperanza. Niegan, y, al negarlo, dicen a Dios; y si es con saña, con saña lo proclaman; es decir, con más signos de admiración que cualquier otra cosa que puedan decir. Si se hace burla de él, también se dice, y la burla, entonces, se hace teología inopinada. Dios, así, llena la burla, e, impensadamente, ésta se hace apología de Dios, entre risas. Aunque con ella se le quiera zaherir, Dios existe en la burla, y aletea sobre el caos de la chanza, como el funámbulo sobre el alambre, sin caerse. Dios se ríe con la burla –es Padre–, y permite que siga el circo, la farándula. Dios, protagonista y espectador. De este modo, Dios, da de comer (científicamente) a la filosofía y al títere. Qué serían la filosofía y el títere sin Dios. Dios, pues, en el no y en la broma, sin dejar de serlo, armonizando el no y la pulla con la duda, que es la fe. Cuando creo reírme de Dios, me río con Dios. En el teatro del mundo, se pregunta el filósofo: ¿Dios es deseo o realidad? Y el que pregunta se da a sí mismo la respuesta: lo que el ser humano echa de menos, eso es Dios. Me quedo, sin embargo, no con el Dios que no deseo, sino con el que tengo. Y lo tengo en mi alegría y en mi llanto, en la mano que doy y en la que me niegan, en el absurdo de la guerra y en la otra mejilla que pongo, que es la paz, y en la que no pongo, que es egoísmo, y en el ir, y en el venir, y en el estar, y en el soñar que sueño, y en el despertarme sin soñar, y en el amén que digo y en el que callo, y en la duda, que es la fe, y en el amor, que nunca es duda, porque es la certeza de dar a cambio de no recibir; y eso quizá cree dudas en el ser amado, pero nunca en el que ama. Me dan pena los ateos, porque sin Dios, sólo se poseen a ellos, removiendo sombras y avernos terrenales, y subjetivos, Diario, como Dante removía infiernos y se miraba en ellos, absorto, confuso (13:01:40).

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