21 de octubre de 2022. Viernes.
LOCURA Y
ESTULTICIA
-Y hubo un país en
el que se instauró la locura. La locura puede que no sea una enfermedad; o
quizá lo sea; pero es más un continuo estado de asombro. El asombro que, según
Aristóteles, hace posible la filosofía, también hace posible la poesía, y la
locura. El asombro por la raza aria modeló a un Hitler cruel y paranoico.
Cuando Erasmo de Rotterdam escribe su Elogio
de la locura, le añade de inmediato: o
encomio de la estulticia. O sea, viene a decir que locura y estulticia se
complementan, se amigan. Él, que es un racionalista, emplea sin embargo la
locura como metáfora didáctica e insolente para describir y hacer burla del
mundo que le rodea. Así como en la Escritura la Sabiduría, como si tuviera
personalidad propia en Dios, habla por sí misma, Erasmo hace hablar a la locura
porque ve que la razón apenas tiene ya voz, ni fuerza, y es considerada como
mucho un espasmo de la antigüedad. Erasmo había visto una Europa (y una
Iglesia) enlodadas, en pura y frenética decadencia. Los príncipes se destruyen
unos a otros; la Iglesia es todo menos evangelio: el lujo y el placer, y la
misma guerra (Julio II). La Iglesia no era la voz que clamaba en el desierto: era
el mismo desierto, sin voz que la hiciera clamar. Mientras, el pueblo estaba en
la más absoluta orfandad espiritual, y la miseria era su vestimenta y su pan,
su taparrabos y su mesa. Como ahora, se alababan la ignorancia, el error, la
holgazanería, el ir de corrupto listo y guapo por el mundo; es decir, de pijo
caviar. Erasmo, con su elogio de la locura, intentó despertar conciencias en
una sociedad ebria de hedonismo y estupidez. ¿No es ésta quizá una descripción
aproximada (o exacta, no entro en matices) del mundo actual? Una España –dentro
de una Europa–, en las que la locura se ha hecho asignatura de universidades
sin grados (degradadas), de políticas correctas (totalitarias) y de una
sociedad asilvestrada en general (miseria del espíritu). Pero luego de la
locura, Diario, viene la destrucción. Advertía Eurípides que los dioses eran
así: daban la locura a los hombres para luego destruirlos (18:00:05).
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