22 de octubre de 2022. Sábado.
LAS AGUAS TURBULENTAS DEL CORAZÓN
LAS AGUAS TURBULENTAS DEL CORAZÓN
-«Hablar con sosiego y en paz, es el primer paso para entenderse», con
Dios y los hombres, y aun con la naturaleza. Y es que como dice San Juan de la
Cruz: «En la quietud interior a la que conduce la meditación, el Espíritu unge
en secreto el alma y sana nuestras heridas más profundas». Sosegarse es amansar
las aguas turbulentas del corazón, y ponerlas al servicio de la vida, con la
alegría y la sorpresa de vivirla sin grandes oleajes. La meditación es el arma
de la quietud interior, la que va cerrando heridas y pasiones, y abre cielos
nuevos, con vuelos nuevos. Volar en el interior del silencio, para poder hablar
con Dios, es el milagro de la contemplación. «El silencio –sigue el santo– es el lenguaje de Dios». Dice el evangelio
que Jesús se retiraba a espacios libres de ruidos y de palabras para orar, y,
en el silencio, se unía a su Padre Dios. A Jesús le era grato rezar en
cualquier lugar, sobre todo en lugares solitarios. Le atraía la naturaleza, como
templo sin bóveda, de su oración. El huerto de los olivos y el monte eran los
espacios libres donde Él oraba: necesitaba estrellas y paz que le inspiraran. Jesús disfrutaba en la oración de su comunión con el Padre, Diario, y en él nos
revelaba la vida que agrada al Padre, la de la intimidad (12:38:09).
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