RASGANDO TINIEBLAS
Luz, a la puerta de mi casa. Torre de la Horadada. Alicante |
-Si apago la vela de la fe, quedaré oscuras y morirá mi esperanza y, con la esperanza, el amor. Y es que fe, como decía San Agustín, es creer en aquello que no se ve; pero la recompensa de la fe está en ver aquello que crees. Es decir, la recompensa es ver y tocar el amor de Dios: diluirte en ese amor. También decía San Agustín: «Enamorarse de Dios es el romance más grande; buscarle, la mayor aventura; encontrarlo, el más grande logro humano». La fe es un buscar constante, sin tregua, «hasta dar a la caza alcance», como decía San Juan de la Cruz. La fe no descansa ni reposa, Diario, es una vela encendida que nunca se acaba, siempre arde, desaloja oscuridades y rasga la tela de araña de las tinieblas que nos cercan.