jueves, 9 de septiembre de 2021

9 de septiembre de 2021. Jueves.
DE MENTIRA EN MENTIRA

Abeja libando una flor, en el jardín. F: FotVi 

-Resbalando de mentira en mentira, como si hiciera patinaje artístico, el país –España– anda inmerso en las aguas infectas de la quimera y el disfraz. El embozo cubre sus vergüenzas. Mentir se ha convertido en el espejo donde se miran nuestras almas, como Narciso en las aguas de aquel arroyo de la vanidad y en las que halla, por querer besarse –beso de su propio Judas–, la muerte. Es decir, el tedio que causa la falsedad continua, el vuelo sin alas y sin sueños de nuestra sociedad embebida en sus desmanes y fantasías. Ahí nos ahogamos. Miente el presidente del gobierno (el mentir y el timar es la columna que sostiene su mísero poder), mienten sus corifeos, miente la política en general, miente el director de Banco que flirtea con tu dinero. ¿Miente la iglesia? En alguna ocasión: cuando peca y oculta el pecado; ocultar el pecado es decir no a la misericordia, pues en la confesión del pecado y en el arrepentimiento están las llaves del perdón. (Afirmación  esta –recuerdo– del catecismo de Ripalda). Admiro al Papa Francisco cuando confiesa: «Soy un pecador. Un hombre que hace lo que puede.» Su humildad lo viste de blanco y lo acerca más a la sencillez, que es el olor suave y apacible de la santidad y la bonhomía. La sencillez, Diario, atrae, la vanidad repele, como la flor atrae a la abeja y el helecho repele a hormigas y babosas. La naturaleza, sin aspavientos, a veces, nos enseña (12:30:59).

miércoles, 8 de septiembre de 2021

 

8 de septiembre de 2021. Miércoles.
LEMA HERMOSO

Orquídeas vestidas de sol, en la mañana. Murcia. F: FotVi

-Cuando sale el sol, ríe la esperanza: la luz se viste de mar, de bosque, de ciudad. De ave que vuela. De reptil que repta. Es decir, la luz viste a la vida. La abre a horizontes nuevos, la saca del punto lacrado, sellado –tinta negra– de la oscuridad y la hace lejanía a la que llegar. Se trata de caminar y no parar. Leer un libro es como estrenar la luz, el sol que sale –amanece– entre las manos y asombra los ojos, y, a través de los ojos, alumbra la inteligencia. Leo: «Debemos hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas». Busco y doy –la luz de los papeles– con el documento: Por una iglesia sinodal, comunión, participación y misión. La Santa Sede acaba de hacer público el documento preparatorio, o guía de ruta, del próximo Sínodo, que empezará a caminar por la iglesia el 9 de octubre próximo. Se trata, dice el Papa Francisco, de «consultar al pueblo de Dios», a laicos y consagrados, a mitrados y fieles anónimos, al pobre y al acomodado, sobre cómo construir el futuro de la iglesia, ese futuro que empieza hoy y acabará luego, mañana, quizá alguna vez. Lema hermoso este: hacer brotar sueños  –manantial de ilusiones–, dar pie a que haya profetas que en su palabra digan cómo hay que vivir el hoy, el mañana, y, que, en el jardín de la vida, florezca, como un inmenso trigal, Diario, la esperanza. Siempre es tiempo de caminar, de plantar amor para recoger ternura: evangelio (12:35:36).

martes, 7 de septiembre de 2021

7 de septiembre de 2021. Martes.
EMBORRONAR EFEMÉRIDES

Borrón con Luna y Mercurio, en la noche. T. de la Horadada. F: FotVi

-Olvidar es teñir la mente de negro y que deje de pensar, que oscurezca lo vivido, y aun lo soñado. Olvidar es emborronar efemérides, y dejarlas fuera de la flor de almendro que es el recuerdo. Son tantas las noticias que nos acosan, que, tras recibirlas, las tiramos, de espaldas, a la Fuente de Trevi, donde se hacen moneda perdida, con solo el valor de la nostalgia. Así son las noticias que recibimos, las echamos al agua de lo instantáneo hasta que llega el recogedor de fangos y carga con los cincos céntimos que ha costado la visita al tiempo presente, que ya es pasado, y quizá inmolado. Una noticia descoloca a la anterior: Afganistán descolocó a Haití, y, el mírame que soy único de Sánchez, al conflicto afgano. En lo noticiable, si lo tocan los medios, todo es volumen fatuo, humo inmenso que se va deshilachando conforme la noticia va siendo suplantada por otra. Una noticia encalla en otra, y se desvanece. Se olvidó Haití, el terremoto, la destrucción anunciada, no como profecía, sino como consecuencia geofísica, pues todo es naturaleza; se olvidó Afganistán, el horror del abandono, la claudicación de la esperanza; se olvidarán Sánchez y su espejo, donde construye cada día su narcisismo y activa el cuento de la reina envidiosa de la belleza de Blancanieves. Solo una cosa hay cierta, perenne, humilde, atractiva, inamovible: la Palabra encarnada, la que se hace mensaje de amor en Jesús de Nazaret: «Amaos unos a otros, como yo os he amado», y firma su máxima de paz y afecto con el autógrafo de la cruz, donde la sangre rubrica lo que dice; signo que, cuando resucite la muerte, será eucaristía, cercanía de Dios en un bocado de pan (12:20:14).

lunes, 6 de septiembre de 2021

6 de septiembre de 2021. Lunes.
JARDÍN HERIDO

Como si sangrara el cielo, en Murcia.. Casa Sacerdotal. F: FotVi

-El lunes amanece rojo, como si sangrara el cielo, como si ardiera el mar de las nubes. Un mar por cierto hermoso y casi vestido, con adelanto, de otoño. Pero este cielo rojo –lumbre–, quizá sea espejo de lo que sucede en el mundo. Miro al cielo y, luego de rezar, pienso, y me entristece el panorama que se me presenta al otro lado de mi vida. El mundo es como un jardín herido, abatido por el paso de una piara de jabalíes. Jabalíes que, al morder, han dejado, sin embargo, un hueso de dátil olvidado, que tal vez florezca. En nuestro caminar por un mundo de odio, de soberbia, de envidias, y algún punto de amor, el mal parece ir venciendo al bien. La espada del mal parece más ligera y bárbara, con colmillos de sierra, que la mano alargada y abierta –la paz en el hueco– del bien. O la pequeña flor, indefensa, en el jardín y la jauría de jabalíes. Que más que hambrientos, son destrozones, con ronquidos de victoria. Ha dicho el Papa Francisco: «Los medios solo escriben sobre el pecado y el escándalo, y es normal, porque un árbol que cae hace más ruido que un bosque que crece.» Pero siempre pasan de algo invencible: el hueso de dátil que olvidaron los jabalíes en el jardín. Del que nadie habla, pero que ahí está, y que con un poco de agua y sol, y la tierra propicia que lo abraza, volverá, Diario, a ser palmera, clamor de alimento en el desierto, sombra en la que apoyar la cabeza y soñar, y, en el sueño, volar (11:37:38)

domingo, 5 de septiembre de 2021

5 de septiembre de 2021. Domingo.
UNA PEQUEÑA CAPILLA

Capilla pequeña, donde caben Dios y el rumor de la oración. C. Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Hoy, como cada domingo, celebro misa. Misa humilde, no en el contenido, sino en el escenario. El contenido es resplandor, gracia, Cristo que se da, se comulga muerte y resurrección, aleluya trepidante; en nuestras bocas, tajada celestial. Un poco de pan –cuerpo– y un algo de vino –sangre. Lo que se ofrece en la mesa del pobre. Y, además, las miradas. Y, tras las mascarillas, los labios, trémulos. Y el corazón, a punto de estallar de amor y ser amado. Eso es la Eucaristía. El contenido es excelsitud, grandeza tímida, dádiva contenida, que santifica. Y el escenario, una pequeña capilla, sin grandes lujos, pero toda ella hecha vidriera y murmullos sacerdotales, hermosos; y una Virgen con un Niño en brazos, en actitud de ofrecérnoslo: «Tomad y sostenedlo conmigo», parece decirnos; y el sagrario, donde vive, limitado de espacio, pero vivo, Cristo, viático de urgencia, lucecita encendida de presencia. Ahí asistimos, animados de vejez, cinco curas que concelebran conmigo; y el que canta, que pone oración donde la música pone corcheas, para así alegrar la liturgia, y, cantando, como dijera San Agustín, orar dos veces. Aunque nuestra vejez también es oración; es decir, que, cantando, oramos tres veces: la letra, la música del canto y la vejez, un trébol de oración de tres hojas, que Dios debe escuchar, absorto, embebido. La vejez, Diario, debilita, pero, en la oración, regurgita juventud, que, con mascarilla, aplaude plegarias y hace botellones pacíficos con Dios, y con la iglesia, la joya de la corona de la divinidad en la tierra (11:51:10)

sábado, 4 de septiembre de 2021

4 de septiembre de 2021. Sábado.
CONSOLACIÓN, EN MOLINA

Consuelo del afligido, en Molina. F: FotVi.

-Salgo de la noche y me enfrento al día, como cada amanecer. La esperanza bate alas ante mis ojos, como un ave del paraíso. Me aferro a la esperanza: es lo primero que rezo. La esperanza nunca defrauda, siempre espera que llegue el momento de la consolación, del bálsamo. «Nunca dejes de esperar», me decía mi madre, mientras le daba a la escoba, abrillantando de limpieza la limpieza de la casa. Aquella casa, en Molina de Segura, Bailén 19. Piso de yeso, que, sin embargo, brillaba de pulcritud. Las tres tinajas a la izquierda, en la entrada, como un remanso de paz y frescor. Tres pequeños embalses en casa. Hoy Molina celebra el día de su patrona, la Virgen de la Consolación. Día de la onomástica de mi hermana Consuelo, de mis dos abuelas, paterna y materna, y de tantas otras personas que llevan este nombre de amor y nostalgias. A veces, la fe nace del nombre, alguien se llama Consolación, la siente como consuelo de su vida, y se hace devota –plegaria– de la Virgen. Me consuela pensar que hay gente que se siente consolada. En este tiempo de desgarros, de incertidumbres, de inmenso sufrimiento en tantos lugares, hallar una Madre y un Niño que te den la mano y te hagan andar –desde la fe–, es encomiable y prodigioso. Es la pequeña encarnación de Dios en la necesidad. La devoción es esto: creer en alguien y confiar en él; en Ella. Hoy, Diario, felicito a mi hermana Consuelo, la de los grandes ojos, que desde allí –desde el lado de Dios–, me debe estar mirando, y confortándome, y recomendándome lo de madre: «Hermano querido, nunca dejes de esperar» (11:38:02)

viernes, 3 de septiembre de 2021

3 de septiembre de 2021. Viernes.
LA POMPA CAÍDA

Iglesia votiva y reloj, Viena. F: FotVi

-Mi reloj marca los segundos de cinco en cinco, al segundero le ha llegado la lentitud de la ancianidad; segundos, sin embargo, que marcan bien, pues marcha en hora. La edad del reloj: 32 años. Regalo de las catequistas de San Pedro del Pinatar en 1989. Desde entonces, va en mi muñeca y camina a mi ritmo, solo que él da las horas exactas y yo las desafino, me quedo en la nostalgia de lo que ha sido y ya no es, de aquello que fue y ya no está. Ayer, en la cadena Cope, oí al Papa Francisco hablar, una vez más, de la «cultura del descarte», que tira lo que no produce, dejándolo en la cuneta del desguace. Los ancianos, los niños no deseados, los discapacitados: el espíritu del sicario prevalece sobre la conciencia. Una conciencia depravada es un libro de moral roto, hecho hoguera. El dinero es la conciencia del esbirro, del sayón. Al sicario le pagan y elimina, obedece al dinero y no le preocupa nada más. Decía Víctor Hugo que la conciencia es la presencia de Dios en el hombre. Cuando se pierde a Dios, se desvanece la conciencia. ¿No será que falta algo más de Dios y sobran políticos iconoclastas, talibanes apodados progresistas de la evasiva? Proponen que en la escuela se enseñe ideología, y olvidan, con las matemáticas, entre otras materias, a Dios, que no es matemáticas, pero está en las matemáticas. El político, en general, se hace conciencia –exquisitez– cuando anda por la oposición, y olvidadizo en el sillón de la egolatría. Glosando a Ortega, Diario, el que ocupa el sillón, suele decir: «Yo soy yo, sin circunstancia». O la pompa caída en el engreimiento, en la sandez, con vara de mando (13:05:54).

jueves, 2 de septiembre de 2021

2 de septiembre de 2021. Jueves.
GAJES DEL OFICIO

El encanto de la viejo, en Monreale. Sicilia. Italia. F: FotVi

-Me voy a levantar de la cama  y da vueltas la habitación, como si fuera montado en un tío vivo. Espero unos minutos –la cabeza entre las manos– y pasa. ¿Susto? No. «Son gajes del oficio», pienso. Es el oficio de la vejez, con sus altos y bajos, con la prosa del día a día y el poema –bellísimo– de vivir tal oficio; o el verso de contemplar salir el sol y, tras su órbita triunfal, verlo hundirse en el ocaso, donde, para escoltarlo, lo acompañan los más diversos colores, tan atractivos y múltiples, tan vivos; luego llega la oscuridad de la noche, en la que se abren, trepidando arriba, las estrellas. «Siempre hay una pequeña luz a la que agarrarse», me consuelo. Pero son luces de la noche, que, a poco de contemplarlas, te llevan al sueño, donde en él tocas –casi–, la muerte. Casi, porque del sueño, despiertas; de la muerte, no. Menos mal que la fe nos dice que del dormir de la muerte despertamos en la vida de Dios. En estos tiempos de vejez, de limitaciones físicas, de pequeños accidentes, me ha dado por leer a San Juan de la Cruz: es un modo de revivir lo deteriorado, lo añejo, de salir de la avería y del cansancio, de respirar el soplo –aliento– del Espíritu. Dice San Juan: «Mas tú, ¡oh, divina vida!, nunca matas sino para dar vida, así como nunca llagas sino para sanar». Es un modo, Diario, de subirse a la esperanza, de moverse en su aire, de respirar su oxígeno, y de vivir cautiverio venturoso en ella (12:49:11

miércoles, 1 de septiembre de 2021

1 de septiembre de 2021. Miércoles.
DUEÑOS DEL TIEMPO

El tiempo de la rosa, en el jardín. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Ayer, agosto, y hoy, septiembre: el verano se diluye, el mar queda en su sitio y la ciudad vuelve a sus calles: las aguas del río de la vida hallan su cauce. Como en un puzle, todo queda en su lugar, ajustado. La playa, en el mar, y el día a día, con sus cuitas, sus relojes, sus sueños y desencantos, en la ciudad. Como decía la canción: «La vida sigue igual». Igual, sí, pero distinta. El tiempo no perdona, y va poniendo chinas en el zapato volátil de lo humano. Tras el verano, todo es un poco más viejo y, además, con mascarilla, sin bocas que sonrían y provoquen la sonrisa del vecino. Hoy salgo a la calle y descubro más tristeza en los ojos de los transeúntes que al inicio del verano. Salvo en la juventud, a la que no parece interesarle el tiempo: piensa poseerlo todo y tenerlo a su alcance; de ahí los botellones, las risas llenas de dientes hasta vérsele la gárgola de la garganta. Quizá se trate de una irresponsabilidad alarmante. Creen ser dueños del tiempo y lo malgastan. No los culpo; sólo me entristecen. Decía Albert Einstein: «Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; aunque no estoy muy seguro con el universo.» ¿O no es estupidez y sólo es deseo de vivir, de salir de la monotonía y hacerla libertad? Sin embargo, Diario, seamos prudentes, la vida –tan bella, tan excitante– merece ser vivida en paz, en armonía con uno mismo y con el paisaje de alrededor; vivir y dejar vivir, sin heridas, hermosamente (17:46:19).

martes, 31 de agosto de 2021

 31 de agosto de 2021. Martes.
SUBE LA LUZ

Pequeña luz, iluminando la esperanza. Murcia. F: FotVi

-Sube la luz, baja la calidad de vida. Se oscurece la pobreza; resplandece la perfidia. Según el evangelio, la pobreza buscada y vivida es santidad, bienaventuranza; la impuesta es injusticia, vergüenza, degradación. Enciendes la luz y lees; sin luz, extiendes la mano, tropiezas con la nada y caes en la cuenta de que no hay libro. La tarifa eléctrica se dispara, y el Gobierno –éste y los otros– mira para otro lado, como si fuera asunto que no va con él. Con la subida de la luz, se encarece todo, desde la camisa que luces al pan que comes, o el café que desayunas. «Vivir sin luz es morir; menos mal que la luz del sol es gratis», dice el pobre, dando pasos perdidos por el interior de su cartera, que habla –las manos en los bolsillos– de sus carencias. Pero ya que la luz ha subido tan alto –132 euros el megavatio hora–, y es tan difícil alcanzarla, pongamos a aletear la esperanza, y digamos, Diario, con Augustine Og Mandino, escritor estadounidense: «Me encanta la luz porque muestra el camino, pero "soportaré" la oscuridad porque me muestra las estrellas». La esperanza, aun en la oscuridad, es la pequeña luz –cerilla tal vez– que ilumina los pasos de la vida, y les permite avanzar (13:22:15).

lunes, 30 de agosto de 2021

30 de agosto de 2021. Lunes.
POEMA ENTORNO AL MAR MENOR

Entorno al Mar Menor, cadena humana. Los Alcázares. Murcia. F: Prensa

-Y las manos se rebelaron y se hicieron cadena reivindicativa, plegaria ecológica. Ayer. No había clamor, pero se oían los silencios de los de miles de manos anudadas alrededor de una laguna salada que están dejando morir. Ante nuestros ojos. Toneladas de peces y moluscos, con ojos de pasmo vidrioso expirando, han sido la señal de alarma que ha sonado en la conciencia de tantas personas de bien. Todo el mundo clama, todo el mundo grita, pero –desgracia maldita–, los políticos se inhiben. Hacen discursos vacíos, engañosos, sin soluciones que oxigenen las aguas infectas, enfermas, del Mar Menor. Hoy podríamos decir aquello de «entre todos lo mataron, y él solo se murió». Las ramblas, los acuíferos, la agricultura, el turismo, todo es causa, o cuchillo demoledor del cansancio de muerte que agota las aguas de esta bello y sereno estanque. Yo, con otras personas, lloro, pero nuestras lágrimas no son suficientes para llenar de paz y vida estas aguas podridas, cansadas; que, en tiempos, fueron silencio azul, pradera de peces, lugar de encuentro de aves exóticas, llegadas desde los ensueños –países– más lejanos. Yo, Diario, desde mi retiro, me sumo a esos versos –poema –de manos unidas, enlazadas, amantes, en torno al Mar Menor, que piden –quizá oración laica, pero oración– una laguna blanca, limpia, viva, pródiga. Rebosante de peces y de aves. Para poder decir con el cantautor, irlandés, George Ivan Morrison: «Huele el mar, y siente el cielo» (11:49:42).

domingo, 29 de agosto de 2021

29 de agosto de 202. Domingo.
LA TRASCENDENCIA

Lo que seas aquí, lo serás allí. Si amor aquí, amor allí. Catedral Colonia. F: FotVi

-Muy de mañana, saludo al domingo, el último de agosto, y con él, celebro a Dios. Es un modo de alegrar la vida, de llenar de altura los pensamientos. Celebrar a Dios es vestirte de trascendencia, de un más allá no muy lejano; de un más allá, que, si buscas, lo hallas aquí. Aquí está todo lo que encontrarás allí, solo que revestido de preceptos de Dios. Dios manda amar; pero no ordena. «Ama a Dios», dice el mandamiento. Amar a Dios es algo que debes hacer allá, pero ejercitándote acá. Si amas a Dios ahora, estás viviendo la trascendencia que vivirás allí, cuando caigas en el ámbito de la divinidad. Se pregunta hoy la iglesia en el salmo de la misa: «Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?» «En tu tienda», es decir, allí donde tú habitas, donde haces tu vida divina. Es una pregunta urgente, decisiva. ¿Quién puede estar contigo? Y contesta –con aspergios de arpa– el salmista: «El que procede honradamente / y practica la justicia… El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino…». Si haces esto aquí, dice el Señor, estarás allí conmigo, gozándote en mi Amor. Viviendo la trascendencia, en la que te has ejercitado aquí, quizá con angustia y lágrimas, pero libre y sin ataduras, inmerso –allí y aquí– en Dios, el sumo Bien, al que, como dice San Agustín, Diario, todo humano aspira (12:08:26).

sábado, 28 de agosto de 2021

28 de agosto de 2021. Sábado.
GEMA VEGETAL

Gota de agua, arte en la naturaleza. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Al amanecer, cae una luz de miel sobre la ciudad, que gustan, volando, las palomas. Los gorriones, con su piar sincopado, la cantan. Y los árboles –sin perder su identidad, su gracia vital: el verde insistente de esmeralda, su gema vegetal– se visten de ella. Los árboles –que hacen posible la vida, joya de la corona–, son sabiduría en el electrón así como en la inteligencia humana, que experimenta en la física cuántica y sus derivadas, como el bosón de Higgs: la «partícula de Dios». Hay veces que el paisaje sabe a oración, a plegaria, a apología de la divino. Dijo Dante Alighieri: «La naturaleza es el arte de Dios». Ante tanta desgracia, caos, inseguridad como hay en el mundo, parece demasiado optimista y poético lo escrito por el autor de la Divina Comedia. Pero el «arte de Dios» es posible. Incluso con el ser humano dentro; aunque, a veces, extraviado en el bellísimo paisaje de su libertad, atente contra el medio donde vive, y al que se debe. En la naturaleza hallas, como decía Einstein, todo lo que puedas imaginar. Como que, con la brisa, hable una roca, o que se oiga el mar en el interior de esa cosa de cal llamada caracola. Si la naturaleza es arte de Dios, alabemos a Dios en el arte. Hagamos, Diario, la oración de la inspiración, donde se toca –vislumbre apenas– la luz de Dios (12:22:54).

viernes, 27 de agosto de 2021

27 de agosto de 2021. Viernes.
ABISMOS DE ODIO

Todavía es posible la piedad, en Afganistán. F: Prensa

-Como una plaga de la maldad humana, se acentúa el horror, se desangra la dignidad. Sobre la desgracia, se precipita la perversidad, los abismos de odio en el que vivimos. En este mundo en el que estoy, grito con Blas de Otero: «¡Pido la paz y la palabra!», y me responden la muerte y el silencio. Sin paz, sin miradas que hablen, sin manos que sean ofrenda, no se oye la palabra. Como el cristal, la palabra se quiebra ante el estruendo de las bombas y las metralletas, y también de las palabras, envueltas en saña, que suenan a estallidos. Si hay ruido, no hay paz; y sin paz, no existe la palabra que diga y dialogue, que abra enigmas, que mire a los ojos, y, en el acto de mirarse, halle la calma. Ayer, más sangre, más horror, más llanto en Afganistán. Más de 170 muertos y unos 150 heridos. ¿Qué hacer? Biden y Occidente huyendo, y trayendo de allí, en su huida, lo que les dejan. Para Biden y los suyos, se trata de recoger despojos, ruinas; mientras abandonan y dejan allí sueños rotos, esperanzas sin manantial, secas. ¿A qué Dios acudir si estos bárbaros matan en nombre de Dios? Dios, no obstante, llora sobre las conciencias enfermas, sobre esta barbarie irracional. Y sigue diciendo: «¡Amaos, amaos!»; pero no le oyen. La base moral en la que se asientan el bien y la bondad han desaparecido, sólo cuentan el bien económico y la moral del más fuerte. Yo, Diario, sin embargo, sigo rezando, para que se rompa, como dijo San Juan Pablo II, la espiral de la violencia, «con el milagro del perdón». Y me digo: «¿Será posible aún, oh Dios, la misericordia?» (12:48:52).

jueves, 26 de agosto de 2021



26
de agosto de 2021. Jueves.
HIPOCRESÍA, ACUARELA

Amanece, acuarela, hoy. Casa Sacerdotal. Murcia. FotVi

-La hipocresía, o la media virtud que anda entre dos aguas. La hipocresía es camuflaje, es ir de camaleón por la vida, vistiendo, en cada ocasión, el traje que más conviene. Es como el actor que cambia de situación, de personalidad, poniéndose o quitándose la barba. Aquí, señor; allá, bastardo, y, en el intermedio, pícaro. Vivir siempre en una comedia de enredo puede ser divertido, pero no ejemplar. Y más en la Iglesia. «No tengamos miedo de decir y sentir la verdad. Así podremos amar», clama el Papa Francisco. Al destruir la verdad, la hipocresía mata el evangelio, pues llaga y enferma al amor. Hasta dañarlo, a veces. Una vida cristiana sin evangelio, sin amor, es como echar de sus páginas a Jesús, encerrándolo en la máscara –doblez, molicie– en la que se vive. «Qué hermosa apariencia –dice Shakespeare– tiene la falsedad.» Vivir falseando la belleza del amor, es ir debilitando la vida en aras de la mentira, que acabará arruinándonos, apagándonos, hasta la irrelevancia final. El mundo, cada día más seducido por la apariencia, se va diluyendo, Diario, en la acuarela de la hipocresía (11:25:14).

miércoles, 25 de agosto de 2021

 25 de agosto de 2021. Miércoles.
ARBOLEDA ILUSTRADA

El árbol, el que habla con el cielo. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-«Y dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra”, y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaba bien.» (Génesis). Y, desde entonces, ahí siguen, en paz, siendo hierba, prado, bosque, donde la vida solo busca el sol y la humedad, y así viven, y así dan vida. Son los únicos seres de la creación que comen y se reproducen sin guerrear, sin herir, sin matar. Son la vida sin dientes, nunca muerden, y sin armas, nunca atacan. Viven de lo que higienizan. Los árboles limpian el aire, lustran la atmósfera, y son la casa habitable de la vida silvestre. Si alguien los echa abajo, caen sin rechistar, rendidos, pero no derrotados. Desde que los hicieran papel, son libro, y, en recuerdo del bosque, se hicieron biblioteca, arboleda ilustrada. Leo: «Los árboles, desde las raíces hasta su copa, son como puentes entre lo terrenal y lo celestial.» Si contemplas un árbol, meditándolo, envolviéndolo en silencios, como si leyeras un libro, Diario, hallarás el cielo, al que el árbol habla y al que reza; y en el que es escuchado (11:17:35).

martes, 24 de agosto de 2021

24 de agosto de 2021. Martes.
ROMPER EL MAR MENOR.

Mar Menor y Salinas, San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Recuerdo. Mi padre me enseñó a ver el río, a ver el mar. Y, como dice Eduardo Galeano en El libro de los Abrazos: «¡Me ayudó a mirar!». El río lo vi desde la orilla, entre cañaverales, con los ojos puestos –los míos y los de mi padre–en el fluir de las aguas. En Molina. De pronto, dijo mi padre: «¡Ahí lo tienes!» (Se había movido el corcho, una mínima zambullida). «Con suavidad; dale hilo», me dijo bajo, con la serenidad del experto. Y sacamos un pez hermoso, con escamas iridiscentes: «un arco iris en mis manos», me digo yo ahora. El mar lo vi en Lo Pagán. Cuando todo era paisaje, horizonte. Sin nada intermedio. Todo extendido como otro cielo azul. Tenía ocho años yo. Mis ojos, entonces, vivían del asombro, del hallazgo. Iba descubriendo las cosas, y amándolas. Intensamente; y de improviso, cuando no lo esperaba, mi padre me dijo: «¡Ahí lo tienes, hijo, el mar!» Y quedé sin palabras, con las manos en la boca y los ojos abiertos hasta parecer salírseme. «¡El mar!», dije. ¡Era tan grande! Después supe que le llamaban Mar Menor. Había otro mayor, el Mediterráneo, un poco más allá. «¡Cómo será la inmensidad que hay más allá», me dije, sorprendido. Y seguí mirando, llenando mis ojos de enormidad, de azules vivos, los del cielo y los del mar. Ahora el Mar Menor se muere, nos lo matan los intereses creados de unos y de otros. Y, con esta muerte, percibo que también muera mi niñez, y los sueños que la inspiraron; niñez, que, debido a aquellos cautivadores momentos, aún vive, está en mí milagrosamente, como una vieja y entrañable fiesta. Pido, por favor, Diario, que me dejen vivir con mi niñez, que no me rompan el recuerdo azul –inmenso– del Mar Menor (11:53:39).

lunes, 23 de agosto de 2021

23 de agosto de 2021. Lunes.
ESPERAR EN LA ESPERANZA

Salvando a un bebé, en Kabul. Afganistán. F: Prensa.

-Creí que se habían ido, y esta mañana, cuando el sol abría su rosetón –vidriera– de claridad, he visto un vencejo cruzar los cielos. Veloz como un pensamiento de luz negra. Y alegre, bailando el vals de la elegancia o el tango de la voluptuosidad. Al compás de la música del universo, los vencejos danzan –quizá den gracias–, en un anhelo incesante de libertad. La libertad de las criaturas de Dios, las que guía en su quehacer, no la inteligencia, sino el instinto. Las aves vuelan. Entonces he pensado, con tristeza inmensa, en la niña, perdida en el aeropuerto de Kabul cuando sus padres eran evacuados: ella quedó en la tragedia, se diluyó en la multitud. No pudo volar. Los humanos no tenemos alas para elevarnos, pero sí ojos –sentimientos– con los que llorar. Llorarán, con ella, sus padres y amigos, y todas aquellas personas que lamenten, con lágrimas, la desgracia de Afganistán. Yo lloro y rezo, porque, como dice el poeta: «Es hora de esperar en la esperanza». «Esperar en la esperanza», Diario, o en la capacidad de extender las alas y salir del bucle de cualquier intolerancia, de cualquier cepo, de cualquier opresión, escalando los mil peldaños que llevan a la libertad (11:47:16).

domingo, 22 de agosto de 2021

22 de agosto de 2021. Domingo.
CORAZÓN DE PIEDRA

Siempre hay una luz, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Cada mañana nos despertamos –me despierto, piso el día– con una noticia oscura, dañina, que nos puede hacer caer en el hoyo de la desesperanza. Afganistán, Haití –casi olvidado–, incendios, calores extremos, el Mar Menor; todo es hostil, o lo parece, mientras nos resignamos a la adversidad. Caemos en la tentación de pensar que todo es pérdida, que no podemos salir del acoso del barro, de su greda, y, quizá, con alguna que otra lágrima, nos hacemos vivientes, como decía el profeta Ezequiel, con el corazón de piedra. Se nos van secando los sentimientos, y, allí donde había árboles frutales, florecen ortigas, rosales marchitos; los reveses nos hacen insensibles, vulnerables a la paz interior y a la ilusión. Todo es triste. Pero en la tristeza puede florecer un sueño, si tienes un asidero al que agarrarte. Mi asidero es no dejarme vencer por la depresión, me humillaría a mí mismo. Yo me dejo salvar por la fe, el castillo interior que esconde a Dios, como la almendra al gajo; pero que escarbando, insistiendo con las armas de la oración y la paciencia, acabas por dar con el amor, donde se expresa y habita Dios. «El poder es de Dios, y no de nosotros», dice San Pablo. Esta mañana, cuando me envolvía un amargo ahogo de desesperanza, he rezado: «Tu gracia, Señor, vale más que la vida, / te alabarán mis labios»; y, en la alabanza, Diario, he encontrado la paz y el deseo de poner mi gota de ilusión para que todo vaya mejor, en mí y en mi proximidad, aquí donde resido. Y he gritado, sin voz: «¡Ah, la armonía!» (18:27:47).

sábado, 21 de agosto de 2021

21 de agosto de 2021. Sábado,
REALIDAD BRUTAL Y TRISTE

Dios es amor, no guerra. En Kabul. F: ABC

-Contemplo una foto y se me llenan los ojos de dudas. No es poesía lo que veo, no hay metáfora por tanto. ¿Lo que veo es burla, un chiste mal contado, o la realidad brutal y triste? Me resisto a creer que sea verdad lo que contemplo en la foto, convulsa por sí misma, colérica en los brazos levantados de los que aparecen en ella. Un señor barbado, con un arma de fuego al hombro, dirigiendo la oración en una mezquita de Kabul. No se oyen las palabras, pero se ven los gestos, que no son de amor. ¿Es eso la «sharía», la ley islámica? No me imagino a Dios, el Dios de la clemencia, predicando el odio en la casa –el lugar– de su intimidad, donde deja el creyente, en forma de humildad y plegaria, sus alabanzas y sus peticiones, sus risas y lágrimas, su lírica y su prosa, que eso, con el espíritu, es la vida; y lo hace desde «el temor de Dios», del que también habla –está en la tradición islámica– el Corán. Tener miedo de Dios, es, como dice San Agustín, tener miedo a entristecerlo, a lastimarlo, a herirlo en el prójimo lesionado, maltratado. Porque quien ama a Dios, no le teme, sino que espera la recompensa: el Bien. Si amas, no temes; si temes, no amas, concluye San Agustín. El Corán no puede ser un libro de venganzas, sino un libro de perdón. ¿Cómo se puede rezar cargado de fusil –un kalashnicov– y odio y rabia en los ojos y brazos que se elevan al cielo llenos de vileza y sangre? Me gusta rezar con las manos libres; en todo caso, Diario, ocupadas por un libro o dando la mano al necesitado que solicita una ayuda, sin estridencias, como el incienso, hecho rizo –perfumado– de ascensión (12:54:03).