1 de septiembre de 2021. Miércoles.
DUEÑOS DEL TIEMPO
DUEÑOS DEL TIEMPO
-Ayer, agosto, y hoy, septiembre: el verano se diluye, el mar queda en
su sitio y la ciudad vuelve a sus calles: las aguas del río de la vida hallan
su cauce. Como en un puzle, todo queda en su lugar, ajustado. La playa, en el
mar, y el día a día, con sus cuitas, sus relojes, sus sueños y desencantos, en
la ciudad. Como decía la canción: «La vida sigue igual». Igual, sí, pero
distinta. El tiempo no perdona, y va poniendo chinas en el zapato volátil de lo
humano. Tras el verano, todo es un poco más viejo y, además, con mascarilla,
sin bocas que sonrían y provoquen la sonrisa del vecino. Hoy salgo a la calle y descubro
más tristeza en los ojos de los transeúntes que al inicio del verano. Salvo en la
juventud, a la que no parece interesarle el tiempo: piensa poseerlo todo y tenerlo a
su alcance; de ahí los botellones, las risas llenas de dientes hasta vérsele la
gárgola de la garganta. Quizá se trate de una irresponsabilidad alarmante. Creen
ser dueños del tiempo y lo malgastan. No los culpo; sólo me entristecen. Decía
Albert Einstein: «Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana;
aunque no estoy muy seguro con el universo.» ¿O no es estupidez y sólo es deseo
de vivir, de salir de la monotonía y hacerla libertad? Sin embargo, Diario, seamos
prudentes, la vida –tan bella, tan excitante– merece ser vivida en paz, en
armonía con uno mismo y con el paisaje de alrededor; vivir y dejar vivir, sin
heridas, hermosamente (17:46:19).
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