28 de abril de 2014. Lunes.
UN TRAJE DE
SANTIDAD
Bendición, en el jardín. F: FotVi |
-Vestirse de virtud es hacerse un traje de santidad. Se trata de la
virtud moral, no de la virtud artística por la que se domina un oficio hasta la
excelencia, aun el de escribir. Se puede ser un virtuoso del arte (de cualquier
arte, también el de escribir) y no pasar de mediocre en la vida, o de medio
malo, o de malo entero. Sin embargo, la virtud moral (si no es hipocresía o
impostura) siempre hace personas buenas y, a veces, con categoría de perfección.
Ayer, la palabra santidad se dijo en todos los idiomas, y fue ave de buen agüero
por todos los cielos del mundo. Dos santos de una tacada, como dos perlas en
una misma ostra, la ostra de la virtud. San Juan XXIII y San Juan Pablo II; el
nombre es el mismo, los apellidos distintos. Se llaman Santos y se apellidan uno
Juan XXIII y el otro Juan Pablo II. Primero, el hombre y la santidad, y luego Juan
XXIII, o el profeta que vio la renovación de la Iglesia y la reveló en un
Concilio, y Juan Pablo II, el que con el Concilio como bagaje, lo viajó y lo hizo
buena noticia para quien quisiera darse por enterado. El uno fue elegido Papa
siendo anciano ya; el otro, se hizo anciano en el servicio. Pero ambos se
vistieron de virtud y fueron santos, con la gracia de Dios. Me gustaría
imitarlos, ya que, como ellos, cuento con la misma gracia. Es una posibilidad. Y
señalar, Diario, que los mirlos ya andan locos con su rock and roll particular y
primaveral, de enamorados; el cielo, en la santidad y en la naturaleza, nos
sigue bendiciendo (20:31:39).
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