11 de julio de 2014. Viernes.
LA DONCELLA
DEL SÍ
Claustro, en el jardín. F: FotVi |
-Ayer, todo fue bien en san Pedro; hasta hubo fieles, que pudieron
escuchar que Dios fue maravilloso, inesperado, con María, la Madre de Jesús. Dios,
como nunca antes lo había hecho con criatura alguna, hizo maravillas, obras grandes,
en una muchacha de Nazaret. Se fijó en la humillación de su esclava, María, y
la hizo Jardín para Dios (Carmen). Dios, durante nueve meses, tuvo como
claustro con jardín, donde ser concebido y crecer, el vientre de María; fue un
protocolo humano que Dios no se quiso saltar por alto. Nueve meses para conocer
y gustar el amor y el olor de María. Las madres son amor y olor especiales, que
atraen. Si voy a ser hombre, dijo Dios, lo seré con todas las consecuencias, y
se tomó nueve meses para, desde la ternura y la hermosa ostra cerrada del
vientre de una mujer, hacerse humanidad, o perla preciosa humana. Luego, en Belén,
nació llanto, gorjeo, risa, niñez perdida y hallada en el templo, adolescencia soñadora
que olía a madera, joven rabí, maestro; es decir, fue hombre. Siendo Palabra,
se hizo carne, se encarnó; y, una vez encarnado, por ser Palabra, empezó a
hablar. Y todo lo que hablaba, para el pobre y el humilde, era Buena Noticia;
para el rico y brabucón, por el contrario, desazón y tristeza. Porque al rico
lo que lo distingue en realidad no es el dinero o la opulencia, sino el
abatimiento por no poderlo cambiar por avales o letras del tesoro canjeables en
la otra vida. La otra vida, sin cajeros automáticos, va a ser un calvario infinito
para el epulón, para el rico. Ayer, Diario, en la fiesta del pan y la paz que
es la misa, celebramos a María, la doncella del Sí, la mujer Carmen, o Jardín
de Dios (18:13:24).
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