22 de julio de 2014. Martes.
LA VERGÜENZA
DEBIÓ SER PINTORA
Escondiendo sus vergüenzas, desde el jardín. F: FotVi |
-La vergüenza debió ser pintora, pues, cuando se tiene, saca los
colores. Cuando se es vergonzoso; es decir, cuando se tiene vergüenza, ésta, si
hay quien la hostiga, suele manifestarse coloreando los pómulos. La vergüenza,
como el lienzo del pintor, se transforma coloreándose con el pincel hábil y
portador de tonos sutiles de color, que el mismo pintor arrima a la tela y la
hace arte manchado. Velázquez y Picasso mancharon de arte telas excelsas, con realismo
o echando mano de lo irreal o subversivo, del surrealismo más sugeridor y lúdico.
La vergüenza, que puede ser mucha, poca o nula, o de escasa calidad, se
manifiesta cuando es tocada en su dignidad; cuando se la agravia. Ayer, a mí,
por actitudes ajenas de otros, me saltó la vergüenza a la cara. O sea: sentí
vergüenza ajena. Al ir a pasar el ITV del coche, sentí la vergüenza de la
desconsideración y el vejamen. Primero te esquilman: 53,10 euros por un
papelito que te permite engrosar, hinchar una cola, en la que, bajo un sol de
justicia, permanecerás casi dos horas, a la espera de que te toque el turno para
que miren el coche y detecten si parpadea un intermitente o cierra bien una
puerta. Hay tres colas a la espera y 4 ó 5 operarios que van de un sitio a
otro, secos, hostiles, y como perdonando vidas: marcha atrás, freno de mano, acelera,
luces, la larga, y así hasta que se mete el hidalgo en un foso y, como apenas
oigo, te grita para que des bandazos con el volante y no sé qué más, hasta que,
con cara de pocos amigos y un papel que
cimbrea en sus manos, te manda que salgas del hangar y esperes. Y, luego de un tiempo,
aparece el huevo de Colón: todo bien, un año, y sientes la espalda del
perdonavidas como un reproche por haber nacido. ¡Desgraciao!, parece que te
dice su espalda. Y en el Banco; el jueves estuve en el Banco y, con un
escalofrío, comprobé cómo me robaban mis pocos ahorros entre no darme apenas
intereses y cargarme las más variopintas clases de comisiones. No hables más,
me dije, no te vayan a cobrar por hablar y hacerle perder el tiempo a la
empleada de turno. Adiós, adiós, y sales del lugar disimulando tu sombra, no te
la vayan a afanar. La vergüenza debió ser pintora, pues, a veces, Diario, te saca
los colores, y te pinta la cara de incauto (19:53:55).
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