2 de diciembre de 2014. Martes.
DOBLE
TRAGEDIA SACRÍLEGA
Esqueleto de nada, en el jardín. F: FotVi |
-Salvo que se entregue la vida por amor (única ofrenda que vale: yo en
el horizonte de esta ofrenda veo una cruz), toda muerte es sacrílega; pero lo
es más, si se trata de una muerte tonta. Sacrilegio es una lesión con la
palabra o de obra a algo sagrado. Y la vida lo es, lo más sagrado. Oyes
noticias: tantas muertes en una guerra, o en un atentado en tal lugar, o por
una epidemia mal gestionada, y muertes de niños, además, sin sentido, brutales
(aun de niños no nacidos), y dices: «Toda muerte es sacrílega». Y con signos de
admiración lo dices. Y si morir es un sacrilegio, el hacer morir lo es doble. Y
más: morir de una muerte tonta. Leo en el diario: «Un hincha gallego muere tras
una pelea de ultras». Encontrar la muerte, o darte con ella, en una pelea, y
sin ningún porqué claro, es una tragedia de locos. La locura nunca tiene
porqués, sobreviene, y te atrapa y, como un ruido siempre constante en la
cabeza, ruido entre oído y oído, va sitiando la razón hasta destruirla. Y
destruida la razón, se instala la sinrazón, la otra parte en penumbras del ser
humano, donde parpadean todas las luces. La cabeza, entonces, llena de locura,
como un hormiguero o una colmena de abejas allí insistiendo en la fragilidad del
interior incendiado del cerebro. Del estar, pues, se pasa al otro lado del
espejo: al no estar. Miras, y te ves; asomas la cabeza tras del espejo, y no te
ves, no estás. En el detrás o al otro lado del espejo, el espejo te ha tragado.
Ocurre con la locura; la locura quiebra la luz de la inteligencia como un
cristal, y te puede llevar a una muerte tonta, o muerte por nada. Ha sucedido
en Madrid: el muerto de muerte tonta, aunque espeluznante, se llamaba Francisco
Javier, y era ultra de los Riazor Blues del Deportivo. Ha muerto por nada. Morir
y además por nada, Diario, es una doble tragedia sacrílega (12:07:38).
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