17 de marzo de 2018. Sábado.
INQUISICIÓN LAICA
Rejas a los libros, en la escuela. Murcia, F: FotVi |
-Visito a
mi enfermera, cordial, atenta, que me quita y prevé achaques. Ochenta y dos
años, uno sobre otro, o una torre de Babel, confusa, en sus manos. Me reconoce,
y «todo bien», me dice. «Todo bien, menos los años», pienso yo. Luego desayuno,
ando los treinta minutos de cada día, y me noto rejuvenecido. O, al menos, eso
creo yo. Y, mientras, viene, se nos avecina, subrepticia y terrible, una
inquisición laica. Una vez más, y como tantas otras veces -los libros de alquimia
en Alejandría, siglo III; los de la Edad Media, los de la Alemania de Hitler, los
de otras épocas de la historia-, se pide por las feministas de CCOO apartar a
ciertos autores y sus obras de la escuela y de la vida pública. Quemándolas en
el fuego inmisericorde del olvido, o en el bosque perdido del desprestigio. Prohibiéndolas,
repudiándolas, callándolas. Alguno de esos autores no es santo de mi devoción,
pero de ahí a prohibirlos, va todo un mundo. Cuando quiero, me los prohíbo yo a
mí mismo, no me los tienen que dar prohibidos. Pero los prohíbo, para
revivirlos, cuando me apetezca. Neruda, Pérez Reverte, Javier Marías, Muñoz
Molina son los autores que pretenden vedar, cercar, inmolar. Imaginan una
escuela feminista sin el estertor o jadeo de algunos libros, por ser machistas
y misóginos, dicen, ¿o simplemente por ser libros? Me entristece, me da miedo, y
náuseas, este modo de pensar de las feministas de CCOO. Sin algunos libros -ja,
y sin balón en los recreos- se es, por lo visto, mejor niño y más perfecta niña.
Oigo a Neruda, que dice: «Para mi corazón, basta tu pecho, para tu libertad
bastan mis alas», con esa nostálgica liviandad, Diario, del que toca el viento
y lo hace su medio de irse de lo cotidiano, de lo manido, en alas del amor y la
poesía extendidas, abiertas a la luz, a la inmensidad, a la libertad
(10:40:52).
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