8 de marzo de 2018. Jueves.
BELLEZA DE LA HUELGA
A la madre, en Murcia. F: FotVi |
-Ocho de
marzo y mujer. Y la igualdad, en lo más alto de la montaña del grito. Se grita
desde lo alto y desciende por las laderas el clamor de la mujer sojuzgada y humillada.
Me gusta que se grite esta vez. Pero no que este grito sea desvirtuado,
mancillado por intereses partidistas o de ideología. Ser feminista es un modo admirable
de ser; pero ser feminista ideologizada o sectaria es una crueldad de género, que
repercute en la convivencia y en la paz social. Por favor, no manipulen la
huelga de hoy ni el grito festivo con que se anuncia, porque sería cargarse la
belleza de la huelga y la espontaneidad del grito. Yo quisiera imaginar la
actitud de mi madre ante esta huelga: ¿habría parado o preferido trabajar? Seguro
que antes de en la huelga, habría pensado en las necesidades de la casa, de la
familia, y en sus convicciones. Y, sobre todo, no se hubiera dejado manipular. Ni
en plena guerra civil, en Andújar, dejó de ir a misa, y con velo, por lo que
avisaron a mi padre -que pertenecía al sindicato UGT- de que llevara cuidado, «por
la actitud provocadora», dijeron, «de tu
mujer». Mi padre, asustado, vino y se lo dijo a mi madre, que, entonces, sí
obedeció. Sin dejar la misa, pero prescindiendo del velo. Hoy, día de la mujer,
contemplo a todas las mujeres y las veo a la altura de mi madre, y, en ella,
las respeto y las amo, y les hago un altar en mi corazón, donde las celebro y
evoco, y, huérfano yo, pero con fervor de hijo, las beso (18:04:05).
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