viernes, 21 de septiembre de 2018

21 de septiembre de 2018. Viernes.
¡PLAGIO!

Brotes parecidos, pero no iguales. En Murcia. F: FotVi

-Mírense ustedes y advertirán como cada vez que dicen la palabra ¡plagio! se les llena la boca de saliva gorda, tanto, que tienen la sensación de poderla masticar. Como se mastica la sal, es decir, con un amargor crujiente, desagradable y granulado. Pero, aunque lo parezca, no es saliva lo que mastican, sino un haz de letras combinadas de tal modo que abultan tanto en la boca que dan ganas de escupirlas. ¿Pla-gio? ¡Aj! ¿No ven? No suena como casa o paloma, o como luz y candil, o como nido y arboleda. En estas otras palabras, la suavidad se desliza por la lengua como un apacible bocado de lisura pacífica y dulce, cálida. Por el contrario, plagio y camorra, o plagio y rapacería, o plagio y autobombo, son palabras que abren heridas en la boca, y que no concuerdan con la placidez de decir Sánchez, o jefe del ejecutivo, o transparencia. ¿Ven qué ligereza, qué levedad? Sin embargo, Diario, decir ¡Plaaaa-gio!, es como si cayera una roca en un aula y se llevara por delante a Atenea, la diosa de la sabiduría, o a Metis, la diosa de la astucia (13:39:46).

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