29 de septiembre de
2018. Sábado.
VUELOS
INVISIBLES
Arcángel, en una de las pechinas de Santa Sofía. Estambul. Turquía. . FotVi |
-Hoy
es día de ángeles y de vuelos invisibles que agitan el aire y alegran el
espíritu de los mortales. Hoy es el día en el que celebramos, en gavilla, a
Miguel, Gabriel y Rafael, como un racimo de cerezas celestiales. A manera de la
sociedad humana, en los ángeles hay categorías, clases, prestigios: los que
sirven como consejeros o gobernadores de Dios y los que conviven aquí abajo con
los humanos; o sea, estos son los que van y vienen, los que traen y llevan
noticias del cielo a la tierra: el correo torrencial e íntimo que va de aquí a
las estrellas, y de éstas, al más allá. Allá, donde ya no hay estrellas, sino
lo Invisible, lo Trascendente, Dios. En el Nacimiento de Jesús, había ángeles
que cantaban «¡Hosanna!»: fue la noche en la que el cielo descendía hasta la
cuna del Hijo del Hombre y se postraba en su honor. Sin embargo, el que anuncia
a María que ha sido elegida para ser la Madre de Dios, es un arcángel de nombre
Gabriel: o «mi Protector es Dios». Pero, antes, en el principio de todo, cuando
había guerra de ángeles, Miguel se enfrentó a Lucifer y dijo
aquello de «¿Quién como Dios?», y esta frase le quedó como nombre. En adelante
se llamaría «La fuerza de Dios». Y Rafael, el que curó a Tobías de su ceguera, y que recibiría el nombre de su acción: «Medicina de Dios». He aquí, pues,
Diario, el haz de arcángeles, tres, que, cerca de Dios, interceden por nosotros,
y que hoy celebramos con acordes de laúdes, arpas y cánticos espirituales, para
honra suya y gloria de Aquél al que sirven (17:50:19).
Rafael, entre los arcángeles, encargado de protegernos con sus ángeles de la guarda, tiene un trabajo extra para enviarnos a cada uno nuestro protector. Ángel de la guarda, dulce compañía -nos enseñaban nuestras madres- no nos abandones ni de noche ni de guía. Muchas veces, a nuestra espalda, el ángel nos habla, nos corrige, nos advierte y nos protege. Lo sentimos si andamos prestos a escucharlo. Un abrazo, Vicente.
ResponderEliminarLos ángeles de la guarda, los que andan con cada uno de nosotros el camino, y se alegran con nuestras alegrías y se lamentan con nuestros contratiempos. Es algo que siempre me ha conmovido. Un abrazo, José María, buen amigo.
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