30 de septiembre de
2018. Domingo.
EL
OTRO ROSTRO DEL DÍA
Luz y sombras, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Como
el día, como una flor, se abre el domingo. Y me deja su olor y su luz, y su
temblor: es el día del Señor. Olor y luz de Dios, que alegran mis sentidos. Como
la acacia huele a acacia, Dios huele a Dios, y es un olor invisible que, cuando
te toca, quedas transformado, investido de gracia, gracia que se percibe en tus
ojos y en tus actos; es decir, el alma se asoma a los ojos y se derrama en los
hechos que realizas. Hasta que te das con el otro rostro del día, el de la
mentira, la violencia, la política, las cloacas del Estado, el constatar que la
Justicia no es ciega, que, cuando conviene, se destapa un ojo y mira donde no
debe, el de la pobreza en el mundo, el despertar aterrador de un tsunami en
Indonesia, las banderas y las banderías, la guerra de las lenguas en la
iglesia, en las que el pan de la palabra, a veces, se da duro y tergiversado, en lenguajes que no se entienden, etc. Todo deprimente, caótico, lioso, aunque
esperanzador, pues miro de nuevo al caer la tarde y todo lo veo, Diario, con la
luz de domingo, que es la luz de Dios en todas las cosas, y rezo, y
me consuelo, un poco (19:01:58).
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