miércoles, 22 de enero de 2020

22 de enero de 2020. Miércoles.
ES MI ONOMÁSTICA

Despedida del sol, en Murcia. F. FotVi

-Sigue el cielo cubierto y frío, lamiendo mis entrañas. Aunque el sol escarba en las nubes para intentar desprenderse de ellas. El sol y las nubes: o la guerra entre la luz y las tinieblas. Parece que esta vez triunfa la luz. El sol ha roto la cortina gris de las nubes, ha entrado en mi habitación y me ha dicho: «¡Felicidades!», y se ha puesto a leer un libro. El sol es muy culto, además de educado. Siempre que sale, pasa a mi habitación, toca los libros, elige uno, lee unos párrafos, y se marcha. Es el peregrino más famoso que he conocido: cuando sale, camina, es luminaria, ríe, llora, descansa, bebe, y sin manos y sin pies, corre y, en el ocaso, dice adiós al marchase. En verano es ardiente, es como un alacrán furioso, suda desierto; en invierno, inclinado hacia el este, es lumbre que no quema, solo rescoldo que arde sin ira, como un tigre amaestrado. Él siempre es luz; salvo cuando, por un momento, lo tapa la luna, y se le ve como en una sala de fotógrafo, contenido y sin fuego. Entonces se le llama eclipse de sol, y da una luz negra, con ribetes de fragua. Eclipse quiere decir: «desaparición», «abandono», como cuando te deja un ser querido. Hoy, después de días de lluvia, el sol ha salido para felicitarme: es mi onomástica: San Vicente, que fue abrasado en una parrilla en ascuas. Quizá, Diario, haya salido el sol para darme los días, leer un poco conmigo, y luego, feliz, irse por el acantilado del ocaso, donde está el nuevo día, al otro lado del horizonte, dejándonos la noche y los ensueños (18:53:31).

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