25 de enero de 2020. Sábado.
ME RESCATO
Albatros abrazando espacios. F: Google |
-A pesar del frío, pongo
las manos en el ordenador e intento escribir. Y es que escribiendo, me libero. Y,
con la línea escrita, me viene el alborozo, la alegría: me rescato. Decía Santo
Tomás: «Cuando empecé a pensar, ya sabía que existía». Y yo digo: «Cuando
empecé a escribir, ya sabía que existía la angustia». La angustia de no poder
seguir una línea que he empezado, o la de no culminar la definición de un
pensamiento que trajina en mi cabeza. Hay veces que se agolpan en tu cabeza las
ideas, pero también el vértigo de no poderlas expresar. Y esto duele, y, si no
reaccionas, te va destruyendo, pues como dijera Baudelaire en su poema El Albatros: el Poeta «exiliado en la
tierra, y sufriendo el griterío, / sus alas de gigante le impiden caminar». El
poema El Albatros es todo él una
metáfora. Esta ave –el Albatros–, espléndida y solemne en el aire, es, sin
embargo, torpe y desvencijada en tierra. Digna de lástima. Es lo que lamenta el
poeta (Albatros de la sociedad), que en el cielo extiende sus alas y vuela
espléndido de luz y gracia, pero en tierra se siente «exiliado» y resiste el «sufrimiento»
del «griterío» obsceno y necio de la masa amorfa y, en muchas ocasiones, sin
ley. Es esta la razón, Diario, de que cada día intente escribir, con frío o
calor, con ganas o sin ellas, en libertad, sobre lo que veo y pienso, y –con Dios al frente de mis sueños– lo que
sueño (11:46:51).
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