LA ANTESALA
Siempre queda la esperanza. Paredón. En Auschwitz. Polonia. |
-La vida pasa y,
conforme pasa, la cuchilla de su paso va dejando sin suelo sobre el que pisar a
los que le siguen. Y es una cuchilla voraz, insaciable. La llaman muerte, pero
bien podría llamarse destrucción, exterminio, o tal vez interrogante. El
sublime y turbador interrogante de después de la muerte. Interrogarse es dudar,
acariciar, quizá soñar, o simplemente tocar, como experiencia, otra vida. Morir
no puede ser la nada: el vacío. Sería demasiado cruel, además de demasiado
sencillo. Decía Camilo José Cela que la muerte es dulce, lo cruel es la
antesala. Y, después, los interrogantes que deja. Mas yo estoy con Platón, que
habla de la muerte como algo que se precipita sobre uno y hace que lo mortal se
extinga, se apague, pero el «principio inmortal», el alma, dice, se retira y se
aleja de uno sano y salvo. Es como si al morir dejaras al otro lado de la muerte
lo material, lo basto, lo que estorba y te fueras, con la inmortalidad puesta, hacia
una nueva vida, luminosa, donde se hallan, Diario, el mundo de las ideas y de la trascendencia: la Divinidad (19:15:03).
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