jueves, 13 de febrero de 2020

13 de febrero de 2020. Jueves.
POR LAS MAÑANAS

Contar la historia del agua, en los libros. Varsovia. Polonia. F: FotVi

-Siempre que abro los ojos por las mañanas, cuando despierto, tomo conciencia de dónde estoy, para un poco más tarde, dar unos pasos y, de este modo, saber que camino. «¡Puedo caminar!», me digo, con la alegría de una bandada de pájaros; y doy gracias. Luego me sigo analizando y compruebo que pienso, y que soy capaz de escribir unas líneas, y de sonreír, y vuelvo a dar gracias. En lo único que fallo, es en el pasear: dar muchos pasos me cuesta como si llevara tiempo, es decir, años, en los bolsillos, porque los años son más pesados que el plomo. Revelación: los años pesan más que el plomo, en las piernas. Pero no en el interior, donde surgen las ideas como destellos y los latidos como el cuentapasos del amor. De cada latido que siento me nace un verso, verso que a su vez me pide entrar en un libro, donde acaba depositado todo lo trascendente, desde el «hágase la luz» de Dios, hasta la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. Sin libros no habría memoria del mundo, ni de sus heroicidades y tragedias, ni de sus momentos de humor y ternura, nos sentiríamos huérfanos de luz y experiencia; y de este modo, Diario, como una bocanada de humo después de aspirar un cigarrillo, se difuminarían todos los sueños que han hecho posible la vida. Solo quedarían del hombre los huesos pelados, como despojos silenciosos, fríos, y sin nada que contar (18:43:45).

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