5 de febrero de 2020. Miércoles.
UN BORRÓN PARA
VIVIR
Encender una cerilla, para ver. Cueva de Cerovacke, Zadar. Croacia. F: FotVi |
-Ayer, un sol clamoroso; y hoy, un día gris y pálido. Casi cadáver. Ayer
el día aparentaba oro de muchos quilates. Hoy, aparece como una anchoa en
vinagre. Desmayado y triste. Escribía en Vida Nueva Juan Rubio, sacerdote y
periodista: «En un mundo en el que las tinieblas afloran, lo que hay que hacer
encender una cerilla. No
lamentarse». Encender una cerilla; es decir, dar luz a tu entorno con tu vida,
con los gestos iluminados de tu quehacer diario. Y así, en esta habitación sombría que es la
sociedad, tu vida irradiará luz, la necesaria para conseguir que no se den
pasos en falso y que nadie pueda caer. La cerilla, Diario, es el bastón del vidente, del que
aun teniendo ojos, no ve, del que se mueve en un borrón y vive en él, sin
esperanza, sin expectativas, sin sueños en los que cabalgar, sin otra montura que
su propio egoísmo y ruindad: terrible decadencia (18:04:39).
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