25 de febrero de 2020. Martes.
EN SAN PEDRO
Celebrando a Dios. En una iglesia de Zakopane. Polonia. F: FotVi |
-Voy a San Pedro y me
encuentro con la amistad. La amistad del abrazo de los amigos y el beso y los
ojos emocionados de las mujeres, en la calle, donde nace –y se hace– el pueblo.
Ese pueblo sencillo que celebra la luz y la tiniebla, la misa y el carnaval. En
familia. Recuerdo cuando en el bar tomaba la cerveza con el pescador y el
obrero del campo, con el que iba y con el que no iba a la iglesia, con el bien
vestido y con aquel hombre llamado Alegría, aquel sabio que mendigaba un vaso
de vino por los bares, hablando de Platón y de Aristóteles, de la risa y del
dolor, de lo humano y lo divino. Pues este es el resultado gozoso y festivo de
todo aquello. En aquellos momentos sembraba la amistad en la iglesia y en el
bar, en la visita a los enfermos, en el dar la mano ya fuera mano de oficina y pluma o de remo y azadón, y esta amistad, ahora, ha crecido, Diario, como un roble de vida y refugio, y me ha cubierto con sus poderosas ramas, las ramas del beso y del abrazo, de la
cercanía y la emoción, del afecto más fuerte y celebrado (19:16:58)
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