miércoles, 19 de febrero de 2020

19 de febrero de 2020. Miércoles.
ASÍ SALÍ DE ALLÍ

Las de Villadiego, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se me puede invitar a tomar el sol «a tomar las de Villadiego». Tomar el sol es una costumbre luminosa y agradable, sobre en todo en invierno y sentado en el café tomando un cortado y viendo pasar a la gente o enganchada al móvil, o liberada. Quiero decir liberada de sus obsesiones, de sus pequeñas excentricidades, de sus manías infantiles. Como la obsesión, la excentricidad, o la manía de ir encadenada al móvil, como el pájaro a su vuelo. No hay nada más ridículo que ver a un móvil por la calle tirando de una persona – ¿o es máscara?, en el Diccionario: objeto de risa –. Es como la madre tirando del niño para llevarlo al colegio, o el humo que anuncia el fuego, o el canto del mirlo que anuncia la primavera. Solo que el móvil es un trasto, y la madre, o el humo, o la primavera son signos de ternura, de aviso, de latido musical de la esperanza: acabado el invierno, llega, como un nido que se abriera, la vida. Hoy alguien me han invitado «a tomar las de Villadiego», y allí estaría, muriéndome de aburrimiento, sino no hubiera escapado a tiempo; pues es este un lugar sin gente normal, en el que no hay más que individuos huidos de sí mismos, sin esperanza de poder volver de donde los echaron, y, además, resabiados. Yo he visto, Diario, que no podía estar allí, y, como San Juan de la Cruz, salí «a oscuras y en celada / estando ya mi casa sosegada», y «en una noche dichosa / en secreto que nadie me veía». ¡Ay! Así salí de allí (09:56:05).

No hay comentarios:

Publicar un comentario