9 de enero de 2023. Lunes.
TOMA MI VIDA
TOMA MI VIDA
-No basta decir amén
a Dios, hay que vivir ese amén, día a día, aliento a aliento. Vivir el amén es
activar las potencias del alma y ponerlas a su servicio. Con la memoria,
recordamos lo que es Dios y todo aquello que nos ha dado. Ejemplo: El despertar
a un nuevo día y maravillarnos, extasiarnos; poder decir: «¡Vivimos!» Con el
entendimiento conocemos a Dios y pensamos en él. Decía san Juan Pablo II que
todas las cosas, todos los acontecimientos, para quien sabe leerlos en
profundidad, encierran un mensaje, que remite a Dios. Leer a Dios en las cosas
más pequeñas o extraordinarias, y alabarlo. Y por último, con la voluntad,
amamos a Dios y al prójimo en Él. Decir amén es decirle sí a Dios; como María: «Sí»,
dijo, o «amén», o «así es», o «hágase en mí según tu palabra». Es hacer que el
amor se centre en Dios como punto de partida para, desde Él, amar todas las
cosas; salvo el mal, o la fealdad pavorosa del mal. El mal es extrañamente feo,
porque es iconoclasta, devastador, vandálico. Decir «amén», Diario, es decir a
Dios: «Sí, te amo, toma mi vida y haz con ella maravillas, lléname de ti» (10:26:11).
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