16 de abril de 2024. Martes.
OÍR LA MELODÍA DE OTRAS LENGUAS
OÍR LA MELODÍA DE OTRAS LENGUAS
De estudiante en Roma, bellos recuerdos. Via de la Conciliazone. |
-Me gustaría poder decir «¡Oh Dios, te amo», en infinidad de lenguas. Sería mi rezo de Laudes por la mañana, mi salmo único, y tan lujoso. No necesitaría otra música que la del lenguaje. Siempre me ha gustado oír la melodía de otras lenguas, acariciarlas en mi oído, hacerle un nido donde píe la belleza. ¿Cómo sonaría este himno a la Virgen María de Carmelo Guillén en otras lenguas: «Que yo sepa ponerle nombre a tanta sed. / Que aprenda a descender con la humildad del agua»? ¿O este otro de Manuel D’Ors: «Eres madre del pan, eres un cuenco / de leche hospitalaria, bien caliente; / eres humildemente la cerilla / que alumbra un apagón…» A su música lírica, íntima, la que nace en el surtidor del corazón, le acompañaría la otra música del lenguaje. Estuve una temporada en Italia, reciclando mi teología dogmática y moral, y aprendí frases en italiano, que decía con la música del manantial que baja por la ladera de la montaña hasta el valle, donde florece como bosque o flor. ¡Es tan bello el italiano, Diario! Recuerdos.