29 de junio de 2024. Sábado.
CON OLOR A INCIENSO
CON OLOR A INCIENSO
Ascendiendo al cielo, como incienso. Alemania. |
-Hoy sábado, despierto y me digo: «¡Qué hermosa es la vida!», aunque sea con los pequeños alfilerazos de la vejez. Camino como por arenas movedizas, inseguro; a veces, con las manos extendidas, como un ciego que no ve y tantea. El vértigo, como una alimaña que juega conmigo, me persigue. Las paredes de mi habitación saben de mi inseguridad, son mi apoyo inmediato. Pero las penalidades de la vejez no son nada, comparadas con otras dolencias que atormentan a la humanidad: el ELA y la laminopatía –distrofia muscular congénita–, o una guerra. Dios me ha bendecido con una vida larga y la ha enmarcado en pequeños momentos llenos de poesía y belleza, también en otros dolorosos, tristes: humanos. Doy gracias por todo, y, mientras Dios quiera, seguiré alabándolo con himnos inspirados, e intentaré que mi oración suba al cielo, con olor a incienso.