23 de octubre de 2016. Domingo.
BAJANDO EL OÍDO
Asamblea, en el jardín. F: FotVi |
-Hoy es domingo. A las nueve y media recuerdo que
salía para San Blas. Veinte kilómetros. Llagaba, tocaba la campana y empezaba la
tarea: preparar libros litúrgicos, confesar a santos pecadores. (San Pablo). Mi
alegría sonaba a arpa de diez cuerdas. Iban llegando fieles y monaguillas, Irene
y Saray. Dos ángeles sin alas, a los que le silabeaba el gozo en los ojos. Y
empezaba la misa, y sonaba el canto, coral, amplio, lleno de devoción. Y
hablaba yo y respondían los fieles, y se hacía todo una asamblea celeste, con
el Señor presente (nuestra fe), consolando, dándonos ánimos, bajando el oído
hacia nuestras necesidades para oírnos. Y nos escuchaba, y creemos que nos
ayudaba. Hoy decía el salmo: «El Señor está cerca de los atribulados, / salva a
los abatidos». A los abatidos, a los pobres, a los hambrientos de justicia, a
los que luchan por la paz, a los inconformistas, a los rebeldes con causa, a
los limpios de corazón… Mis ojos se llenan de nostalgia, como un paisaje de
palmeras en un oasis, o un sol cayendo en el mar al atardecer. Ya casi no miro
hacia adelante, sin embargo miro con todo lujo de detalles hacia atrás. Y esto
es síntoma de que algo terrible me está sucediendo. Pensar más en el hoy que en
el mañana, es síntoma, Diario, de que se está haciendo la noche, la oscuridad; o
tal vez el día radical, ¿la verdad sin ocaso? (18:41:02).