jueves, 19 de enero de 2017

19 de enero de 2017. Jueves.
COSAS QUE JAMÁS SON ESTRIDENTES

Oyendo nevar, en Murcia. F: FotVi

-Tras la nieve, cae una lluvia tenaz y abundante, feliz. El termómetro vive sus días de más bajo volumen en Murcia: dos grados sobre cero. Ayer estábamos a cero grados, y sin lobos que aullaran. Hoy solo se oye la música de la lluvia, a lo lejos. A la altura que yo vivo (piso 8º), no se oyen -y si prestas el oído- más que cosas que jamás son estridentes, como el silencio de Dios o el clamor de las estrellas, o, en todo caso, el roce del tiempo en mi vida, que la va erosionando. (¡Se oye el tiempo!). Cuenta Amos Oz en su novela Tocar el agua, tocar el viento, que el viejo profesor Zaicek, movilizando reservas ocultas de energía, se levantaba del sillón «y se paseaba por la alfombra con pasos de porcelana». Es lo que toca a la vejez: pasear, andar, caminar con medidos pasos de porcelana; es decir, sin ruidos, sin estridencias, sin causar molestias. El viejo profesor Zaicek, polaco, que entendía de San Agustín y de Friedrich Nietzsche, se chamuscaba sin embargo las puntas de la barba cuando alimentaba las llamas en la chimenea. Ser viejo y asumirlo, Diario, pero con el espíritu y la mente libres, y evitando que se te chamusque la barba cuando vayas a animar el fuego en la chimenea (19:48:06).

miércoles, 18 de enero de 2017

18 de enero de 2017. Miércoles.
INCERTIDUMBRE GRIS

Nieve en  mi balcón, en Murcia. F: FotVi

-Se está cerrando el cielo con un toldo de ceniza. Murcia se está cubriendo de una incertidumbre gris. ¿Nevará, no nevará? Mientras, el frío toma la calle y desplaza a las personas, que -solitarias- caminan cobijándose en sí mismas. Como si fueran fetos asustados. Todo es calma, y sólo algún perro errante olisquea todo lo que halla a su paso: como los primeros copos de nieve que han empezado a caer. A las 11 y cuarto, nieva en Murcia, es como si enmudeciera (o hablara) el frío. Cada vez es más intensa la nevada, y el silencio se escucha más. Las nevadas no necesitan más que el silencio para oírse; luego queda el blanco, que es el silencio escrito de la nevada en la pizarra de las cosas. Con su caligrafía prodigiosa. Ya empieza a cuajar la nieve en la reja de mi balcón, y empiezo a leer su significado; se lamenta: «¡Pobres, pobres! », y sigue inverosímilmente ágil para subirse a los árboles y quedar allí sin caerse. En los árboles, donde sí ha arraigado la nieve, como una bella flor de invierno. Soñadora. Y tan libre, que si sacudes la rama, se desprende y vuela. Como las hojas en otoño; como lo que es levedad, pensamiento, y no gravitación. No nevaba por estas tierras desde 1983, un haz de años ya: tal, que solo recuerdo que me desperté y miré por la ventana, en Javalí, y vi el cielo caído en los tejados, como la lana de un gran cordero blanco allí desparramada. Luego jugamos, Diario, a hacer muñecos, y a la batalla feliz de luchar con nieve, y reír, y no pensar, y salir ilesos de esta gesta de volver a la niñez, sin heridas (19:42:04).

lunes, 16 de enero de 2017

16 de enero de 2017. Lunes.
VALLAS DE ESPINO

El fuego consuela, en Zaatari, Jordania. F: Google

-Ayer se celebró la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, 65 millones de Desplazados nos contemplan. Y el doble de ojos aterrados, también nos contemplan. Miran a su alrededor y no comprenden. En general, vallas de espino, y, al otro lado de estas vallas, hostilidad. O indiferencia, que alarga más las distancias. Y de entre esas miradas, la mitad son miradas de niños, que ateridos de frío -cercados por la nieve- miran sin entender. Un silencio asombrado abre sus ojos que preguntan, sin que nadie les da una respuesta; los ojos hablan, pero al otro lado de la mirada no hay más que una máquina de periodista que los fotografía. Y la nieve, que cae sin parecer caer, volátil, diversa, se instala en el paisaje como una gran sábana helada. Y todos quedan al desabrigo de la sábana de hielo, con altas fogatas que crepitan bajo las manos extendidas de los que intenta un poco de calor, un poco de compañía. El fuego acompaña y consuela, y dice cosas en sus lenguas de euforia: ánimo, dice, calienta tus manos y tu espíritu, no te abandones a la inercia de morir, no te dejes vencer por la desesperanza. Y ahí se alían manos, miradas, palabras, sobre el fuego que crepita, enfrentándose unidas a un futuro incierto, con niños y mujeres que salvar, con conciencias que dignificar. El futuro nunca está escrito, lo vamos haciendo día a día las personas, con sufrimiento y barro, con ensoñaciones y palomas. En la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, Diario, no está mal recordar que 65 millones de Desplazados nos miran, y, tras las vallas y el fuego, y el hielo, ponen sus ojos en Occidente, y nos piden una oportunidad, piden que les dejemos hacer algo por nosotros, piden que les demos la ocasión de decirnos que nos agradecen que les hayamos ayudado, y nos miran con expectación (10:52:03).

sábado, 14 de enero de 2017

14 de enero de 2017. Sábado.
¿QUÉ ES DE TI?

Posible portada, de un posible libro. F: FotVi 

-Posible título de un libro: Diálogo entre palabras. ¿Hablan las palabras entre ellas? ¿Sabe cada palabra el significado de la otra? ¿Conocen, cuando se dicen, a qué se refiere el que las dice? ¿O son meros sonidos que circulan por la boca como un viento entre las ramas de la acacia, sin saber de qué va o qué fibra del corazón tocan? ¿Tienen alma las palabras? ¿Y corazón? ¿Laten con latidos oíbles? ¿O sólo suenan como el chasquido de una rama al quebrarse? ¿Sienten frío las palabras? ¿Se hielan en la boca del indigente que muere, en una noche helada, bajo la puerta abovedada de una catedral? ¿Cómo se muere una palabra en la boca de un indigente que muere así? ¿Qué terror queda en el aire? ¿Qué golpe de orfandad? ¿Qué luz se cierra, qué relámpago se apaga? ¿Qué dirá guerra a la palabra guerra, a su terrible significado, a sus contenidos de muerte? ¿Y qué fríos sentirá la muerte al oírse decir muerte, o fin, o niñez cortada como un retoño de vida? Cortar una vida, ¿cómo suena a su contraria dar una vida? ¿Se oyen, se escuchan las palabras? ¿Se aterra de sus carencias el verbo cortar al oír el verbo dar? ¿Dar vida, alegrías, poner horizontes inesperados ante los ojos, cabalgar sobre fantasías? ¿Qué es de la palabra paz en el hervor de la guerra? ¿Y qué es de ti, Diario, en este bosque apócrifo en el que vives y donde las palabras ríen, lloran, piensan, dicen, se angustian, callan, se oyen, y hasta, alguna vez -¡Jesús!-, estornudan? ¿Qué es de ti? ¿Qué sientes cuando te digo, cuando no te digo, cuando me callo y te dejo en tu soledad? ¿Qué sientes, Diario, tú, que estás hecho de palabras? (11:54:30).

jueves, 12 de enero de 2017

12 de enero de 2017. Jueves.
QUEDA EL HUMO

Llanto de político, en Chicago. EUA. YouTube

-Se va el dios y queda lo humano. O queda el humo casi deífico (o así lo parecía) de su paso por el poder. Incienso que se desvanece, melodía final de un concierto de fantasía. Vino como mesías y se va como un hombre que llora; así es el paso de toda persona por la historia. «Sic transit gloria mundi», o así pasa el slogan voluntarioso y revolucionario de alguien que arribó a la historia como redentor y se va con la pretensión de ser recordado por un haz de pequeñas cosas: por haber roto el tabú de la negritud en el poder y algunas grandilocuentes frases, como «la democracia está amenazada», o «seamos vigilantes, pero no miedosos». O esta otra andanada retórica: «Las leyes no son suficientes, lo que debe cambiar son los corazones». Cambiar los corazones, ¿con qué método y hacia dónde? No lo dice, sólo nos pone a pensar. Son los suyos, como se ve, deseos no cumplidos, esperanzas frustradas. Ezequiel el profeta habló de cambiar el corazón de piedra del pueblo hebreo por un corazón de carne, pero infundiéndoles «un espíritu nuevo» o «soplo de Dios, que crea y anima a los seres». Entonces echaban mano del «soplo» de Dios, de su aliento; respiraba el profeta y hacía renacer al que escuchaba; es decir, tenían sentido las palabras del profeta y producían su efecto en el creyente. Ahora todo se confía a la buena marcha de la economía, a las decisiones de los más poderosos, a las rachas de popularidad del político más osado. Zygmunt Bauman, filósofo que detectó, por lo inconsistentes que son las cosas en el lenguaje y en los hechos, lo que él llama la «modernidad líquida», dijo: «Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho». O sea, el estable aliento de Dios en la sociedad, sea pasada o actual, y que, huérfana de sí misma (ahora y entonces), carece de referencias trascendentes, de luces, Diario, con que iluminarse, de estrellas a las que soñar ir, de dudas y certezas fiables para emprender el camino, o la de ilusionarse (11:51:54).

martes, 10 de enero de 2017

10 de enero de 2017. Martes.
JUGUETE ROTO

Tejiendo telas de araña, en las Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-La adolescencia ya no es el prólogo hermoso de una mayoría de edad que está ahí, a la vuelta de la esquina, sino una vejez avanzada, con pocos años además. Me refiero a cierta adolescencia. Por lo que carece de experiencia a la que acudir en caso de necesidad, en caso de derrumbe espiritual o íntimo, en caso de ruina emocional. La vejez no está ya en los años, sino en las manos, donde se dan cita las obras que teje y enrama la mente. La mente que agita, desea, hace tinglados, monta, derriba, se mofa, ríe, llora, y hace una catedral gótica antes de ponerla en manos de un artífice iluminado. Sin embargo, cierta adolescencia actual ha perdido la mente y ha ganado las manos. Las manos metidas en el pavoroso ejercicio del botellón. Determinada adolescencia, ya no piensa, llegado el día (o la noche) sólo bebe, hasta caer en el charco de su propia falta de estimación. Un charco de ignominia, de degradación, humillante. Allí chapotea la adolescencia hasta sentirse vencida, subyugada: hecha, Diario, juguete roto de hospital, un muñeco desbaratado en una camilla, camino de la nada (18:34:28).

domingo, 8 de enero de 2017

8 de enero de 2017. Domingo.
GRACIA

Dadles de mamar, en la Capilla Sixtina. Roma, F: ABC

-Hoy celebra la iglesia el Bautismo de Jesús en el Jordán, donde Juan, de pronto, se pone a limpiar pecados. Cae el agua sobre las cabezas y caen los pecados enredados como nudos de serpientes al agua, y se los lleva la corriente. Es un decir. Cae lo feo, la maldad. Y la injusticia y la avaricia, como paroxismo o furia de lo feo y de lo malo. Y de aquel bautismo con agua, a este bautismo de ahora con agua y fuego, o Espíritu Santo. Aunque el Bautismo de Jesús es una epifanía, una manifestación, un darse a conocer: Jesús se manifiesta como Señor y Dios -«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto»-, que ha de revelarnos que Dios es Amor. Es su única misión: decirnos que Dios es amor, no cólera, no intolerancia, no condena, sino misericordia. No es moral estricta, severa, sino gracia, salud para las heridas. Y hoy, bautismos en Roma, con el Papa como oficiante. Y en el otro Jordán de la iglesia, la pila del Bautismo. Pero en el entretanto, los niños lloran, y se rebelan: tienen hambre. Y el Papa -solícito- recomienda a las madres que los amamanten: «Ustedes, mamás, dadles de mamar sin temor, con toda normalidad, como Nuestra Señora daba de mamar a Jesús». Pues las madres, Diario, trasmiten la fe a sus hijos, y, en el caño de leche de sus senos, la vida (18:54:43).

sábado, 7 de enero de 2017

7 de enero de 2017. Sábado.
HORIZONTE

Mirando al horizonte, en Lo Pagán, Mar Menor. F: FotVi
-En el día de la Epifanía -revelación, apertura, aurora, luz-, leo que el Papa Francisco ha dicho que los Magos de oriente se pusieron en camino hacia Belén, porque «tenían el corazón abierto al horizonte». Horizonte, o el más allá que siempre es más allá, que nunca se alcanza, la línea en que se perciben juntos -hasta que llegas a ellos- cielo y tierra, para, una vez allí, encontrar que, esa conjunción táctil, casi sensorial, se ha ido más lejos. El horizonte siempre está un poco más allá, siempre del otro lado de la utopía. Los corazones libres y el horizonte se atraen, porque el horizonte también es libre para, una vez que se ha sentido hallado, desplazarse un poco más allá. El horizonte siempre está transitando, como un caminante con sueños. Los Magos se dejaron guiar por su corazón y por la lejanía -el horizonte, la estrella- y se encontraron con Belén. Y se dieron con un Niño en brazos de su madre, un Niño al que adoraron, cayendo así en la cuenta de que allí se paraba un horizonte y empezaba otro; allí se detenía un tiempo y se precipitaba otro, el de la armonía (armonía: amor) entre Dios y el Hombre. Dios, en la atalaya del hombre y el hombre, en la de Dios: a un mismo nivel. Y no es verdad lo que dijera Ángel Ganivet, que «el horizonte está en los ojos -¿en el corazón, tal vez?, ¿transitando de los ojos al corazón?- y no en la realidad». Pues en esta ocasión, la realidad se hizo horizonte -Emmanuel-, que los Magos pudieron tocar, adorar, amar. Esta vez, Diario, el Horizonte no huyó, se mantuvo Niño en los brazos de su madre, para, luego del llanto, reír, y consolar (18:46:10).

jueves, 5 de enero de 2017

5 de enero de 2017. Jueves.
REYES DE ORIENTE

Suspirando por llegar, en el dibujo de Candela. F: Candela

-Se me aparecen los tres Reyes de Oriente y me dejan: Baltasar, el silencio: oro; Gaspar, la palabra: incienso; y Melchor -que así se llaman los tres Magos-, la  angustia de tener que decirlas: mirra. Me dejan mi vida y se van. Me dejan los silencios y las palabras, y se van. Sólo me dicen que los silencios hablan y las palabras callan, y a mí - en mi afonía de hombre- me dejan en solitario para decir todas las palabras, y que las oigan los silencios. Como un calvario que subo cada día, como una cruz que me mata a cada instante. A veces, luego de pensarlas, escribo las palabras, una a una, y las pongo en orden como una fila de perversos bichos que pugnan por salirse de la hilera. Me dan guerra, pero al final obedecen, y, en fila, hablan al silencio, que entiende. Noche de Reyes: noche, pues, de sueños, noche de niñez preciosa que ve lo que no se ve y oye lo que no se dice, y luego lo escribe todo en cartas misteriosas que yendo, y sin ir, siempre llegan a su destino, para, al fin, dejarnos en el zapato el milagro del asombro y del corazón latiendo, aceleradamente. Noche de Reyes, Diario, o noche para el niño y para quien -sin serlo- cree serlo, y se hace niño, y, con la mirra de las palabras, lo dice (17:29:58).

miércoles, 4 de enero de 2017

4 de enero de 2017. Miércoles.
EL MENDIGO

Fiesta de comprar, es Navidad. F: Telesur

-Feliz navidad, nos ha nacido el Consumismo. La Navidad ya no es fiesta de guardar, sino fiesta de comprar. O de adquirir cosas -no siempre necesarias- por vicio. Nos ha nacido el «niño dios» del consumo, y, con él, el vicio de seguirlo. ¿Emmanuel? ¿Dios-con-nosotros? No: dios-con-rebajas. Nos ha nacido la oportunidad, el chollo, el llevarme por tres lo que costaba seis, y el ir de tienda en tienda como el que recorre todos los belenes de una ciudad. Y, además, agradecido de que le hayan timado, sangrado. ¡Es tan linda la navidad consumista! Escribía John Berger, fallecido recientemente: «La sociedad de consumo del siglo XX es el primer modelo político para el que un mendigo no significa nada». El Mendigo (o Dios-con-nosotros), Diario, ya no significa nada para esta sociedad derrochadora y agradecida, y radiante, y que, con síntomas graves de parálisis espiritual, dice una vez y otra: feliz navidad (19:54:04).

lunes, 2 de enero de 2017

2 de enero de 2017. Lunes.
RÍEN

Lo viejo y lo nuevo, en la naturaleza. F: ABC

-Esta vez, la noche de fin de año, ha sido otra: más cordial y comunicativa, y más celebrativa. Y es que la fiesta -aparte de ser neutral en lo de la edad, no hay edad para la fiesta - tiene más iluminación y recorrido si es fiesta de varios. Mientras te llevas el tenedor a la boca, el uno dice y el otro comenta, y todos ríen. Ríen con risa vieja, pero ríen. Lo que alguien dice, les pilla de improviso y ríen con la boca llena, pero se tapan con la servilleta. Los convencionalismos. Somos José Luis, Juan, Pepe, Mario…, yo. Una docena de comensales solitarios que se prestan compañía. Todas las nochebuenas ceno con la familia, es noche de reunión, y más si hay un ser alado entre nosotros: Candela. Pero otros años, la nochevieja la he celebrado en soledad, por la lejanía. Y no he reído, sólo he pensado. Han sido noches de silencios, de silencios grandes, como una catarata, y sin respuesta. Este año, sin embargo, he reído, y, con el ruido de la risa, he alegrado el corazón, donde están las sinfonías y los vuelos más lejanos, y adonde puedes ir tú y tus recuerdos. Sólo tú y tus recuerdos. Y he estado en ellos, en mis recuerdos, como un pájaro en la rama donde hizo su primer nido. Fin de año, o como dijo Leila Guerriero: «una patética declaración de buenas intenciones», que a la postre, Diario, casi nunca se cumplen; o se cumplen de otro modo; o, en todo caso, son tema para volverlo a prometer el año siguiente…, si se llega (19:07:40).

domingo, 1 de enero de 2017

1 de enero de 2017. Domingo.
UN NIÑO DENTRO

Soñando sueños, en Múnich, Baviera, Alemania. F: FotVi

-Lo que me duele es dejar de ser un poco niño en cada año que se va. Cada año que pasa, me quita una esquirla del niño que fui. Y con esa esquirla de niño, me quita también un poco de la capacidad de asombrarme, de turbarme ante la inmensidad de las cosas que vivo cada día. Ejemplo: la inmensidad de una gota de agua o de una galaxia, la de un sí o un no, la de poder reír o llorar. O la de ir muriendo el niño y creciendo la ficción de ser mayor. Por algo exclamaba Kobayashi Issa, poeta japonés, inventor del haiku: «¡Ah, ser como un niño el día de año nuevo!». ¿Decía esto porque cada año nuevo volvía a ser niño o como lamento porque se le iba escapando entre los dedos de los años, como una bola de jabón, el niño que había sido? Perder el niño que fuimos: posible ruina del nuevo año que empieza. Aparte de la euforia que causa saltar de un año a otro, perder el aroma y el enigma de lo niño en la noche vieja del año que se va, es un monumento a la tragedia humana que se avecina. Porque una persona mayor, sin un niño dentro que lo anime al asombro y al embeleso, es, Diario, un huérfano de esquemas de sueños, que se muere de soledad intelectual (18:52:32).

sábado, 31 de diciembre de 2016

31 de diciembre de 2016. Sábado.
FIN

Muere el día, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Se va el año; y me voy yo con él. Todos, en el mismo barco, nos vamos yendo con él. Que el año que viene -nuevo, forastero, extraño- nos vaya abriendo la incógnita de la profecía del porvenir. ¡Una hermosa profecía! Pero, como toda profecía, un pequeño relámpago de luz en la lejanía. Un adviento de llamarada, de albor, de claridad, que todavía no nos da en la cara, no nos seduce. Un posible Sol que nos prometa más justicia, más paz, más verdad, más libertad, más amor. Aunque sólo sea, Diario, en vislumbre, en destello: sólo un pequeño candil encendido de esperanza (18:53:14).

viernes, 30 de diciembre de 2016

30 de diciembre de 2016. Viernes.
CALENDARIO

Lo nuevo y lo viejo, en el jardín. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi

-El calendario es, está, late, farfulla, cuando ya se ha pasado; mientras, es un porvenir que todavía no es ni está ni ha sucedido. El calendario es un escalofrío que no se ha dado, un suceso por suceder, una duda, algo que está en el papel sin más y no se ha cumplido, algo impalpable, como un pájaro volando. Vuela el pájaro abiertamente sin saber lo que hay más allá, va deslizándose en el espacio, yéndose hacia un no se sabe adónde, cumpliendo el calendario de su vida voladora, efímera. Del calendario clavado en la pared salen los días, y, saltando sobre las horas y los minutos, y la noche, se hace el día siguiente. El día no sabe si es lunes o sábado, o domingo, eso lo sabe el que hizo el calendario. El papa Gregorio XIII, con Luis Lilio y el jesuita Christopher Clavius, deben saber algo de eso, que fueron los que metieron el tiempo en cuadrículas de almanaque que llamaron días, y así hasta trescientos sesenta y cinco veces, señalando el último día como fin de año, y echando a las gentes a la calle, para que celebren lo que se va, lo que se ido, lo que ya no está. Celebran lo que ya no son, pues sucede que la gente, como el azucarillo en la taza de café, se va diluyendo en el tiempo, se va yendo con los días, y, aunque crea que lo cumple, pierde un año, acortando de este modo la vida, tirándola, Diario, por el balcón de la nochevieja, que es noche de irreflexión, de locura, de aturdimiento (19:43:51).

jueves, 29 de diciembre de 2016

29 de diciembre de 2016. Jueves.
MIEDO A LA LUZ

Bello clamor, en el jardín. Murcia. F: FotVi

-Me cautiva la luz; como los silencios prolongados. Sin luz no hay día, sin silencios no hay palabra que pueda ser escuchada. La palabra se dice, se regala, se echa al viento (alguna vez la atrapa un pájaro y la canta), pero todo está en que haya alguien, aparte el pájaro, que la escuche. Que la recluya en su interior, como el pájaro en su pico. La luz hace clamor las cosas, las envuelve de claridad para que sean vistas. Y entonces son color y presencia, y causa de asombro. Y va la palabra y las dice, y hace un silencio por ver si las cosas vuelven recreadas, y entre la luz y la palabra, y el silencio, las cosas se hacen realidad palpable, se hacen cuerpo, volumen con sabiduría. Entonces dicen que son cosa. La Navidad es tiempo de luz y de palabra: la Palabra se hace carne, y maravilla a la luz, la fascina, desvelando el valor de las cosas. La palabra diciendo cosas, y dándoles consistencia, diciéndonos que están ahí. Por algo diría Platón que la verdadera tragedia de la vida, no es que el niño tenga miedo a la oscuridad, sino que el hombre tenga miedo a la luz. Tener miedo a la luz, Diario, es negar tus ojos al esparcimiento, negarte a ver las cosas, que, desde su humilde gesto de estar, te hablan, y te escuchan (19:13:03).

martes, 27 de diciembre de 2016

27 de diciembre de 2016. Martes.
¡PAZ Y GUERRA!

Paz y guerra, en Pärnu. Estonia. F: J. Giner

-«La paz es un perfume», leo a Ícaro, un amigo de Google. La paz, como la guerra, tiene su olor: el de la paz es aroma, fragancia, y el de guerra, tufo, fetidez. El olor de la paz es promesa, indicio, señal de algo nuevo; el de la guerra es hedor, corrupción, muerte. La paz huele y sabe a progreso, a civilización, da la mano, besa; la guerra huele y sabe a retroceso, a caída, a fracaso, da la espalda, y cae. La paz hace loa de las cosas, la guerra maldice las cosas. La paz hace corro en la plaza pública y celebra el poder irse de picachos, de alturas; la guerra dispersa el grupo y mata al que huye, lo lápida. La paz mastica armonía; la guerra escupe hostilidad. La paz, Diario, habla palomas y ramas de olivo, y toca estrellas, y las escribe; la guerra dice obuses y hunde sueños, expectativas, y las llena de borrones. ¡Paz! (20:23:20)

domingo, 25 de diciembre de 2016

25 de diciembre de 2016. Domingo.
PAPÁ NOEL

La Luna que habla, desde mi balcón. Murcia. F: FotVi

-A veces la Navidad es un largo vuelo hacia el terreno gozoso de la esperanza. Dice la Escritura: «Hoy nos ha nacido un niño», y tú preguntas: «Dónde», y miras a tu alrededor y no encuentras más que desolación, caos, afán de multitudes con hambre y miedo. En el mar o a las puertas de Europa, por todos los caminos. Caos y afán con hambre. Y, sin embargo, si miramos dentro de nuestro interior borroso, si metemos el dedo en nuestra alma donde arde lo que somos, y la movemos, veremos que «el verdadero peligro -como dice Amos Oz en su novela Tocar el agua, tocar el viento- siempre proviene de dentro», como el escupitajo o los sueños, como la esperanza o el abatimiento, como el «yo» o el todos. Todo nace en nuestro interior, todo está ahí, beligerancia o armonía, pecado o virtud, iluminación o tiniebla. Yo, anoche, viví la iluminación, y la virtud, y la armonía. Con Candela. En la cena de Navidad y a la hora de la llegada de Papá Noel (Santa Claus), Candela rompió el cerco de su inocencia y me metió en su niñez, en su otro mundo en el que la Luna habla, en sus mil historias con final prodigioso, y donde Papá Noel, aunque esté, no se ve, pero, aun sin verse, deja regalos, y felicidad, y la nostalgia por no poder ser niño cada minuto del día, y creer así en la gran verdad de lo que es fantástico y que, en alguna ocasión -no obstante ser fantástico-, Diario, pudiera suceder (19:41:31).

sábado, 24 de diciembre de 2016

24 de diciembre de 2016. Sábado.
LA PAZ SE HIZO NIÑO

La paz Niño, Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-Navidad, y se hace un silencio luminoso en la noche, un silencio de espera, del que puede venir a visitarnos la paz. La paz, o una estrella a la que precede la palabra, que se va a hacer carne, que se va a hacer debilidad. Y la palabra se hizo debilidad en la carne, y en ella se hizo posible la paz. Aquella noche se oyó cantar: «Paz a los hombres de buena voluntad» (San Lucas). De pronto, todo se sobrecogió y esperó. De la paz de Dios se desprendió un trozo y nació en un Portal, y se hizo vocabulario de amor para el mundo, letra de esperanza, gorjeo de encuentro. La paz se hizo Niño y habitó entre nosotros, pero hubo quien no la recibió. «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron» (San Juan). Y aún nos resistimos a acogerla, y tal es el susto que nos da la paz, que solemos decir: «Si quieres la paz, prepara la guerra». (Vegecio, escritor romano del IV). Una mentira asustada y sórdida que quiere ser verdad. Si preparas la guerra, habrá más guerra; porque la guerra, llama a la guerra. Como la bola de nieve en un alud, acumula más nieve en su histérico correr, en su frenético descenso hacia el caos. Si quieres la paz, hazte paz: en tus miradas, en tus manos, en tus pies, en tu corazón. Anda y da la paz. Mira y siente la paz. Deja que te invada la paz. Como orfebre de paz, construye en ti la alhaja de la paz. Y porque en Belén nos ha nacido la Paz, Diario, Feliz Navidad (11:51:11).

viernes, 23 de diciembre de 2016

23 de diciembre de 2016. Viernes.
SIN ASIDEROS

Bebiendo azul, desde la Trapería. Murcia. F: FotVi

-Salgo a andar y lo hago por una alfombra roja que, desde la plaza de la Catedral, te lleva hasta la Trapería, calle principal de Murcia. Pudiendo ir por fuera, lo hago por donde ella me señala, que es guía para tiendas, cafeterías, y miradas. Salir a pasear sin otra intención que sentir los pies y dejar que los ojos miren, y vean, y escuchen, y sientan, es, en Navidad, un regalo del latido que es la ciudad. La ciudad latiendo y yo oyéndola latir, como cuando te pones un pájaro al oído. Hace fresco y la gente anda un tanto envarada, metida en sus adentros; como si fueran sólo pensamiento, o intimidad que corre. O calor interior: donde el alma. Veo a un pobre, le doy una moneda, y me sonríe; al instante queda en su meditación, en su templo íntimo, quizá pensando en sus cosas, o en las cosas del mundo, que tan herido anda. Veo a un perro que jadea, con la boca cerca del suelo, y a una señora mayor que, tras unos pocos pasos, respira hondo -ahogo- y sigue. Y a contraluz, veo la torre de la Catedral, subiendo, yéndose de sí misma, y, en la cortada que hace, dando con los nudillos en el azul, hiriéndolo, bebiendo azul; y veo a la gente atareada en correr, en ir de prisa. Veo humear el café en las mesas de las cafeterías. Y veo la paz; la paz, Diario, que falta en otras partes: tan martirizadas, tan sin asideros, tan terriblemente silenciosas a pesar de los atentados y las bombas (19:07:14).

miércoles, 21 de diciembre de 2016

21 de diciembre de 2016. Miércoles.
MARÍA NOCHEBUENA

-Se repite el caos; con la navaja del odio, se multiplican los atentados y las muertes, se corta la paz. A trozos. No importan ni el lugar ni la razón: se trata de crear confusión, y, con la confusión, miedos. Miedo al laberinto, miedo a lo que pueda pasar, miedo al ¿y «si, en la próxima, me toca a mí»? Una interrogación lógica y cruel, despiadada, pero real. Antes fue en Londres, en París, en Bruselas, en Madrid, y ahora ha sido en Berlín. Una pirámide de muertos, de vidas segadas, de latidos y sueños parados. Y lo que me parece más terrible y cruel es parar o destruir un sueño, cercenar un latido. ¿Y qué queda de todo esto? Un recuerdo pavoroso de miradas de reojo, de inseguridad asustada. Y lo más alarmante es que no sólo buscan muertos, sino enfermar las almas de los vivos. Embarrar las almas de los vivos de recelos, de suspicacias, cercenarle la alegría de vivir. Pues yo me atrevo a poner -si me lo permitís- esta gota de rocío (Isaías) en este mundo de desierto y zozobra, de ansiedad, para que alivie un poco la sed de justicia que lo acucia, y no muera de dudas y lutos, de tragedias. Como cada año, ahí os mando este poemilla de Navidad. Y, si así os parece, sed felices; es mi deseo, mi ala libre que vuela sobre el caos (11:53:48).