16 de enero de 2017. Lunes.
VALLAS DE ESPINO
El fuego consuela, en Zaatari, Jordania. F: Google |
-Ayer se celebró la Jornada Mundial del Emigrante y el
Refugiado, 65 millones de Desplazados nos contemplan. Y el doble de ojos
aterrados, también nos contemplan. Miran a su alrededor y no comprenden. En
general, vallas de espino, y, al otro lado de estas vallas, hostilidad. O
indiferencia, que alarga más las distancias. Y de entre esas miradas, la mitad son
miradas de niños, que ateridos de frío -cercados por la nieve- miran sin entender.
Un silencio asombrado abre sus ojos que preguntan, sin que nadie les da una
respuesta; los ojos hablan, pero al otro lado de la mirada no hay más que una
máquina de periodista que los fotografía. Y la nieve, que cae sin parecer caer,
volátil, diversa, se instala en el paisaje como una gran sábana helada. Y todos
quedan al desabrigo de la sábana de hielo, con altas fogatas que crepitan bajo
las manos extendidas de los que intenta un poco de calor, un poco de compañía.
El fuego acompaña y consuela, y dice cosas en sus lenguas de euforia: ánimo, dice,
calienta tus manos y tu espíritu, no te abandones a la inercia de morir, no te
dejes vencer por la desesperanza. Y ahí se alían manos, miradas, palabras, sobre
el fuego que crepita, enfrentándose unidas a un futuro incierto, con niños y
mujeres que salvar, con conciencias que dignificar. El futuro nunca está
escrito, lo vamos haciendo día a día las personas, con sufrimiento y barro, con
ensoñaciones y palomas. En la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado,
Diario, no está mal recordar que 65 millones de Desplazados nos miran, y, tras
las vallas y el fuego, y el hielo, ponen sus ojos en Occidente, y nos piden una
oportunidad, piden que les dejemos hacer algo por nosotros, piden que les demos
la ocasión de decirnos que nos agradecen que les hayamos ayudado, y nos miran
con expectación (10:52:03).
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