18 de junio de 2017.
Domingo.
MESA
EXTRAÑA
Adorno de mesa, en el jardín. Murcia. F: FotVi |
-Me siento a la mesa y
parto, y reparto, un poco de pan y doy a beber un sorbo de vino, a los
invitados. Tú estás invitado. Pan que es cuerpo, y vino, que es sangre, según
las escrituras. Cuerpo y sangre de Cristo, místicos, espirituales, pero que
pueden ser comidos y bebidos. Y tras ese comer el pan y beber el vino,
consagrados, toda una historia terrible de pasión, de muerte y triunfo, de
resurrección, en la que reflexionar. Comemos y bebemos, pues, el cuerpo
martirizado y la sangre derramada en la pasión y muerte de Cristo, que se
repiten cada vez en el pobre y en el perseguido, en el despojado de dignidad y en
el descartado (ancianos, enfermos, seres no lucrativos, o pobreza) que no originan
riqueza, y que parecen desentonar en una sociedad limitada de sentimientos y
pródiga en humillar. Una mesa extraña y evocadora esta: la de un trozo de pan y
un poco de vino, que anima a la comunión, y a la vez , al amor. O comer mirándose
a los ojos, donde se ven el latir del corazón y la alegría o tristeza del alma.
Encontrándose en los ojos y tocándose las manos, donde actúan la caridad y la
piedad, y se manifiestan creativos, Diario, los dones del Espíritu, como la
sabiduría o la inteligencia, o el temor (amor) de Dios (20:12:43)