27 de julio de 2018.
Viernes.
PÓRTICO
DE LA GLORIA
Escritura en piedra, Pórtico de la Gloria, en Santiago de Compostela. Galicia |
-Dices
Pórtico de la Gloria y la piedra sonríe y sus silencios -silencios
policromados, los llama una periodista- se hacen himnos de alabanza a la
belleza trascendente. Dios, en la piedra, habla y ríe, y se viste de colores, y
se hace exclamación y pensamiento, y ojos de aquellos que miran deslumbrados el
milagro de la piedra. La belleza, pues, deslumbra, al que la hace posible,
Dios, y al que la contempla, el ser humano absorto. Es como el que lee un poema
y lo recita y lo vive, y se hunde en sus destellos, y parpadea. De este modo el
poema se hace olor y color, y calor, en la palabra. O sea, que nace en la boca
y se instala en las palabras, que a su vez se enredan en el viento y lo hacen
verbo y diccionario, y significado. En una restauración que ha tardado diez
años, el Pórtico de la Gloria, complacido, ha enseñado las sonrisas celestes de
sus personajes, el color de sus vestimentas, el calor húmedo y tierno de sus
miradas. Qué bien ríe, y mira y siente esa piedra de Dios. Desde dentro hacia
afuera la piedra ha ido aflorando la belleza que el maestro Mateo le fue
dejando en su interior de piedra humanizada, divinizada, de miradas cómplices,
de cielo descendido y encarnado en la roca. A finales del siglo XII, Dios bajó
y se instaló en las manos del maestro Mateo, que, a golpe de cincel y maestría,
fue dando forma a esa presencia de Dios, lírica y amable, bíblica, y tan
cercana, que se hace temblor y conmoción. El arte románico, Diario. es un arte
sabio que, en un lenguaje coloquial y tallado, íntimo, enseña lo que dice la
Escritura, aun al que no sabe leer, pero sí mirar, con amor (18:38:50).