martes, 14 de julio de 2020

14 de julio de 2020. Martes.
CANTO, Y LLORO

El cielo canta y llora, en Murcia. F: FotVi

-En ocasiones, suele decirse: «Canto por no llorar». Hoy, sin embargo, digo: «Canto, y lloro». Canto por poder rezar y poder decir Dios –se me llena la boca de libertad–, por los bellos silencios que acompañan a las palabras, por esa florecilla, humilde, que luce bajo el sol. Canto por la libertad, por el amor. Canto por la risa, por el dolor. Es decir: ¡canto por todo lo que es la vida! Ese don inesperado que nos acompaña y que apenas agradecemos. Al tiempo que lloro. Y lloro porque, contrariamente a lo que dice la Escritura, la justicia y la paz no se besan: no hay respeto por los derechos humanos, se ha esfumado la equidad, se vive tenazmente en un clima de enemistad y confrontación, se celebra más el egoísmo que la misericordia, se vive en la mentira más que en la verdad, y se oye decir «yo» –egolatría– más que «nosotros» –hermandad–. Es la razón, Diario, por la que, a un tiempo, canto y lloro; canto porque existen la justicia y la paz, y lloro porque todavía no hemos logrado que «se encuentren», se miren, se hablen, y, rendidas la una a la otra, se besen (19:43:44).

lunes, 13 de julio de 2020

13 de julio de 2020. Lunes.
DARSE CON EL GOZO

Señales en el cielo, de alegría. Lo Pagán. F: Fotvi

-Esta mañana me levanto y descubro que no me duele la cabeza; no me duele la boca; ni las manos que se abren y alaban, y abrazan y celebran; esta mañana me levanto y descubro que me duele un pie. Lo que está en el más allá, o en la otra esquina de mí mismo. Pero no me duele todo el pie: solo uno de sus dedos, como un elegido por la gracia del dolor para recordarme que soy debilidad, que sin embargo sueña y vive. Y sufre. Y entonces me viene a la memoria –esa página donde se guardan tantas cosas– los versos de José Hierro: «Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor que el alma existe». Llegar por el dolor a la alegría, parece una contradicción, pero es el único camino –pedregoso y difícil, terrible a veces– de, al fin, darse con el gozo, y, en él, tocar la paz: o el don de la serenidad, del equilibrio. Y con este deleite de la alegría hallada, saberse un ser con alma: ese soplo de Dios, que, al hacernos más humanos, nos diviniza. Es decir: en el polvo, en lo humano, donde habita el dolor, Dios alienta y allí inventa la alegría, de la que saltan, Diario, las palomas del alma, y sus zureos divinos (18:30:54).

domingo, 12 de julio de 2020

12 de julio de 2020. Domingo.
EL QUE HABLA

La Palabra se encarnó, y nos hablo. F: FotVi

-Día brumoso, con un cielo como de tierra y unas pocas gotas de lluvia, para que tal vez así puedan beber, al volar, los vencejos. Y sin bajarse de sus vuelos, donde lo hacen todo: hasta el dormir. Bello panorama el de los vencejos, que vuelan hasta dormirse volando, y constantemente libres. Pero el sol, que siempre está hacendoso en verano, con sus fuertes brazos ha roto la bruma y se ha hecho presente en la mañana. Un instante. El sol, o la luz que nos habla, iluminando la claridad y distanciando las lejanías: retirando hacia un más allá los horizontes. Y, en la liturgia, otra vez la palabra, ese don que nace en la mente y eclosiona en la boca, recreando y dándole valor a las cosas. La palabra, o cosa de Dios. Dios, el que habla, nos regala su lenguaje. Por medio del poeta Isaías, dejó dicho Dios: «Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra […], así será la palabra que sale de mi boca». En la palabra está el fruto, la semilla, y, si cae en buena tierra, el pan. La palabra fertiliza y hace germinar la tierra del alma. Así la palabra cumple el encargo de Dios: santificar y dar luz y calor al espíritu, divinizar –hacer su hijo– al que la escucha y, a la vez, la pone en práctica. Dios actuando desde la palabra, Diario, como jardinero del amor (17:55:47).

sábado, 11 de julio de 2020

11 de julio de 2020. Sábado.
SOLO SÉ QUE VIVO

Fragilidad y libertad, en el trigal.

-Otra vez sábado, ¿o es martes, o jueves, o lunes? ¿O es otro día que aún no ha existido? No sé, solo sé que vivo, y que puedo ver y contar cosas, y decir Dios y amor, y tiempo y agua, y árbol y luciérnaga, o que me gustaría escribir un nuevo libro. Decir. La vida es tocar la libertad, celebrarla y mandarla a urdir sueños, que, luego, poco a poco, pueden hacerse realidad, o no. Pero lo importante es haberlos tenido, los sueños, como diamantes que había que pulir, y que, en el intento, golpe a golpe, o consigues embellecerlos o se te rompen. Porque soñar, aun sin dormir, es el más bello acontecimiento que te puede regalar la vida. Soñar despierto, con todo el universo ante tus ojos, descubriendo mundos más allá de los conocidos, y ya pisados. Como dice el evangelio: soñar «cielos nuevos y tierras nuevas», donde habiten la justicia y la paz, y una mesa compartida, y pan que partir, y amapolas en los campos, para poderlas contemplar, pero sin tocarlas, porque como dice Ana María Matute, en su libro El Río: Si las coges, inmediatamente se te mueren entre los dedos, «como una mariposa». Las amapolas y las mariposas, Diario: o la imagen más frágil y bella de la libertad (12:06:39).

viernes, 10 de julio de 2020

10 de julio de 2020. Viernes.
10 AÑOS

Vidriera, aunque parezca un balón. Palacio Topkapi, Estambul. Turquía. F: FotVi

-Escribía yo en mi Diario un 10 de julio de 2010, hace, por tanto, 10 años: «Hoy sigue el calor en mi cuerpo pegajoso; casi toda España (además de una ilusión en Sudáfrica) es una caldera hirviendo, aunque no la de Pedro Botero. España es caldera hirviendo, pero no infierno: todavía. Pero el calor llama al calor, y acalorados andamos con el triunfo de España. Holanda-0; España-1. ¡España Campeona del Mundo! Felicidades a todos los que sientan a España, Diario; y mi recuerdo a los que nos contemplan desde arriba». Esto escribía yo entonces, y lo recuerdo ahora para celebrarlo con cerveza 0 grados y gaseosa. Todo es difuso y como un borrón, pero lo leo bien: gritos en la calle, los vecinos arremolinados, y los cohetes iluminando el paisaje con fuego de aleluya de resucitado y ascensión. ¡España, por fin, campeona del mundo! En fútbol. El día se derretía como hoy, hacía un calor de horno en llamas, pero, llegada la tarde, todo se licuó, se hizo fiesta interior con un sorbo de alegría, fresca, que calmó el bochorno exterior. Al día siguiente escribía en mi Diario: «Y, de pronto, con el gol de Iniesta se me apareció mi madre que cantaba ¡goool! [...]; porque en el cielo, desde que llegó ella, los ángeles ven el fútbol». Y cantan ¡gol!, Diario, cuando conviene, no antes ni después, solo cuando ganan los equipos de mi madre Francisca (12:42:58).

jueves, 9 de julio de 2020

9 de julio de 2020. Jueves.
ANALFABETA INQUISICIÓN

La hiriente inquisición, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Anoche, serían las tres de la madrugada, me despertó, acompañada de relámpagos y fuertes rachas de viento, una afanosa tronada. Se abría el relámpago y en seguida lo acompañaba el trueno; es decir, teníamos encima la tormenta. Duró poco, pero lo suficiente para asustar a los gatos del jardín y causar algún incendio. A mí me satisfizo: refrescaba el ambiente. Me dormí con la suavidad con la que un copo de nieve se posa en la tierra reseca. Es un decir. Al despertar, el coronavirus estaba ahí, esperando la ocasión para atacarnos e instalarse en nuestros miedos. El coronavirus y la corrección política, como nueva forma de censura, de coacción: liquidador de sueños; bichos estos que acechan y esperan para dar el mordisco que te quite la vida o te ponga cadenas en la mente, o grilletes en la lengua, o anillas en los dedos. Para que no puedas pensar ni decir ni escribir nada que nade contra corriente. Se vetan palabras –indica Luis Ventoso– como «maternidad» o «paternidad», porque «marcan el género». Esto es lo que dicen los defensores del lenguaje políticamente esclavizante, perverso, y en muchas ocasiones encolerizado. Si no acatas sus gustos o disgustos, su idioma es el de la violencia, que ataca: o con verborrea –palabras necias–, o con escraches –vocerío y escupitajos–, o con derribo de estatuas –así caen la cultura y la tradición–, hasta malherir y fulminar al contrario, inmolándolo en el griterío memo de las redes sociales, donde está instalada la nueva y en muchos casos analfabeta, cínica y sucia inquisición, devoradora de famas y vidas, e historia (18:22:34).

miércoles, 8 de julio de 2020

8 de julio de 2020. Miércoles.
AMA

Rosa de oro, de amor, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Dejó escrito San Agustín: «Ama y haz lo que quieras»; y luego, para completar esta síntesis radical e imaginativa del evangelio, explica: «Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor». Callar, gritar, corregir, perdonar con amor: toda una escala de actitudes que conducen indefectiblemente al al ágape, que hace referencia al amor especial por Dios, o al amor de Dios por el ser humano, o al amor sacrificado que cada persona siente por el hermano despojado, herido, necesitado. Y concluye: «Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa, sino amor, serán tus frutos». Es decir, si tu corazón está hecho de amor, todo lo que nazca de ti, Diario, será amor, ágape, festín espiritual y universal, y que trasciende más allá de cualquier circunstancia o acontecimiento (18:50:29).

martes, 7 de julio de 2020

7 de julio de 2020. Martes.
ETERNO DESCANSO

Signo de oración, Via Crucis, en el Vaticano. F: Televisión italiana. 

-Ayer, en la Almudena, Madrid, se elevó una oración a los cielos, como incienso –se podía tocar–, para pedir por el eterno descanso de los fallecidos en esta tragedia provocada por el coronavirus. Tantos se han ido sin unos ojos que los alentaran, sin unas manos –quizá las de la enfermera o el médico– que los sostuvieran, con la soledad más pavorosa, tal vez con su fe y sus miedos, y sus angustias. Tanto los obispos como los reyes, tanto los familiares como el personal sanitario, tanto el militar como el político –Pedro Sánchez no estuvo, tiene miedo a la calle, le asusta orar, le aterroriza la sencillez, le duele Dios–; es decir, todos rezábamos y nuestra sola presencia reverencial e íntima ya era una oración. Pero Sánchez faltó: y la oración de Sánchez no fue oída, porque no la hubo. Sin embargo, sí fue oída la de miembros de otras confesiones religiosas. Porque en la oración todos expresamos nuestras necesidades, exponemos nuestra debilidad, lloramos nuestra orfandad. El suave oleaje del gregoriano, su dulce simplicidad, su sonido de caracola en la que se oye el mar, se mezclaba con los silencios, que también rezaban. Silencios rezando al otro Gran Silencio, en la Catedral. Y las piedras del templo escuchando, y el mundo, y los muertos, y Dios, Diario, en la humildad y cercanía de su Silencio (18:28:51).

lunes, 6 de julio de 2020

6 de julio de 2020. Lunes.
LOS COBARDES

Cruz de los primitivos cristianos, en Éfeso. Capadocia. Turquía.

-La cobardía es el ejercicio, en momentos difíciles, de esconderse, de licuarse, de desaparecer. La cobardía es el encierro de alguien tras la puerta del miedo, que mira con solo un ojo por la mirilla, si la hay, cuando se vislumbra el peligro, El miedo, que es libre, es libre de esconderse, de hacerse invisible, de escurrirse. De disimularse. Quizá los cobardes sean los tibios de corazón de los que habla el evangelio, aquellos que huyen de lo caliente y de lo frío y se instalan en la indefinición. No definirse es andar por la vida sin cielo y sin tierra, perdidos, poniendo los pies en terreno resbaladizo. Y si resbalas puedes caer en el abismo. Dice el Papa Francisco que hay cristianos «llenos de luz» y cristianos «tenebrosos». Pero también los hay, añade: «grises»; son cristianos, que están unas veces aquí y otras allá, «son los tibios», Diario, y a «estos –dice– Dios no los ama», les dan náuseas (17:43:57).

domingo, 5 de julio de 2020

5 de julio de 2020. Domingo.
CIELO Y VUELO, RIMAN

Niños celestes, en la tierra. F: Noel Celis

-Domingo, azul, y vencejos. Es decir, Dios, cielo, y vuelo. Un día del Señor perfecto. Pero, al tiempo, también triste, por las consecuencias de la pandemia: pagarán más, y más caro, los que menos tienen. Son, Señor, los que siempre pagan. Los ciegos, los cojos, los desplazados, en general todos aquellos que te seguían y te siguen. Recuerdo el día que, estando prohibido por la ley, tocaste a un leproso. Antes habías oído: «Si quieres puedes curarme». Delante de ti, la lepra, la pandemia, la enfermedad maldita, la proscrita. «Sintiendo compasión –dice el evangelista–, extendió la mano y le tocó». Y el leproso quedó curado. Jesús tocó la enfermedad: hizo suya la lepra. No le tembló la mano al tocar; tocó la enfermedad y ésta se llenó de Dios. Por eso pudo decir Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré». Él nos alivia, apaga nuestros miedos, relaja nuestras inquietudes. Él endulza nuestras vidas. Sube hasta mi habitación el piar de un pajarillo; un piar insistente, monocorde, y sin embargo, glorioso, como una oración. Y me pregunto: «¿Rezan los pájaros?». No sé, quizá. Lo que sí sé es que alegran la mañana, y nos llenan, de una bella esperanza; con la antorcha de su canto, Diario, nos iluminan el día (12:03:55).

sábado, 4 de julio de 2020

4 de julio de 2020. Sábado.
CANON DE BELLEZA

Belleza ortodoxa, en Sinaia. Rumanía. F: FotVi

-Es hermoso ser mujer; es hermoso ser hombre. Pero hay algo más hermoso: ser persona, con un cuerpo atado a la tierra y un alma que vuela. «Como el árbol», me podéis decir. El árbol tiene unas raíces que lo atornillan a la tierra y unas ramas, hojas, fruto que lo elevan al cielo, pero sin vuelos. El vuelo, en la persona, es el del espíritu, que, aun estando en el cuerpo, puede romper sus límites e incrustarse en las estrellas, y caminar por los astros como aquel Principito de Saint Exupéry. En la antigua Grecia había un canon de belleza que solo hacía referencia a la hermosura del cuerpo: el ideal de belleza masculino era el atlético, y el de la mujer, la fragilidad y la delicadeza, la esbeltez delicada. Y llegó el cristianismo, y corrigió todo esto: la belleza nace en el interior, dice, y crece hacia afuera, como las ideas o las palabras, o los anhelos de eternidad. El espíritu es la dimensión divina de la persona, que, no obstante, respira en la tierra, y que es a la vez, con la misma dignidad, hombre y mujer; es decir: la perfecta hermosura humana, o la gloria de Dios, Diario, expresada en el hombre y en la mujer, su imagen (18:20:27).

viernes, 3 de julio de 2020

3 de julio de 2020. Viernes.
ARDEN LOS CIELOS

Se llueve el cielo, en Murcia. F: FotVi

-Un día más de calor, abusivo, irreverente, encendido. Arden los cielos y la tierra echa humo, como una implacable barbacoa. Barbacoa en la que se tuestan cuerpos humanos. Solo nos consuela pensar que si nos lavamos las manos –y lo hacemos–, alejamos al covid-19 y nos refrescamos. ¡Ay, el consuelo del agua, ese don, ese trago, esa claridad, a la que apenas respetamos! Llenamos los mares de llagas, de plásticos, de miseria, de ayes que no oímos. Mueren los ríos, los océanos, y se vislumbra el final. En estos días de pandemia, y en uno de los reportajes de una ONG, se ve a una niñita, creativa, hacendosa, lavándose las manos con fruición infantil, en un grifo público, en África. África, donde a veces todo es limitado, indigente, pero luminoso. Esa niña lavándose las manos es la pequeña llama que alumbra la pobreza, que hermosea el agua que aparta de sus manos la terrible pandemia que no avisa y mata. Con qué cuidado, con qué piedad, con qué ternura toca el agua y la deja correr hacia el huerto cercano, donde se hará hortaliza o cereal, en todo caso, bocado que alivie el hambre. La pobreza bendice y celebra cada chorro de agua; muchos de nosotros, Diario, la usamos y la dejamos ir, sin darle las gracias, sin pensar que si nos faltara, moriría la vida, todo sería un infinito cementerio (19:06:25).

jueves, 2 de julio de 2020

2 de julio de 2020. Jueves.
INSTANTES

Instantes blancos, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se van los meses y llegan los días, y los minutos, y esos segundos que, a veces, parecen siglos, y otras, momentos que ni siquiera se notan, tan poco existen. Tan poco son.  Tan poco están. «¡Un segundo!», decimos, y miramos el largo porvenir que, según nuestros cálculos, nos espera. Un porvenir de andar de puntillas sobre rosas. De consumir segundos como rosas. Instantes como tragos de agua, chispas de luz o polvo. Mientras escribía esto, he pensado: «Si no haces algo, perderás este instante». Y he recapacito, y, por fin, me he dicho: «¡No lo he perdido!» He podido escribir lo que acabáis de leer. De este modo, he vencido al instante, lo he iluminado. Y contra lo que dice Pierre Corneille, célebre dramaturgo francés, cada instante de nuestra vida, no es un paso hacia la muerte, Diario, sino hacia la plenitud (19:21:19).

miércoles, 1 de julio de 2020

1 de julio de 2020. Miércoles.
TODO ES VUELO

Intentando volar, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Un mes más y un mes menos. Lo que vivimos hoy lo dejamos atrás mañana, que también quedará atrás. Hoy es el instante que pasa, mañana es el instante que esperamos, con el corazón en fiesta. En nuestra vida, todo son instantes, que celebramos o que nos angustian. No hay mañana que no nos ilusione. Así como el ayer nos entristece, el mañana siempre anda vestido de esperanza. Me digo: «Ayer fue junio, hoy es julio, y mañana será 2, y todavía con la corona del Covid-19 coleando, nadando, fastidiando». Día a día el tiempo nos arrastra, como un golpe de viento, como una gran ola de mar. Sin embargo yo digo con Alejandra Pizarnik, poeta argentina: «Señor, / la jaula se ha vuelto pájaro / y devorado mis esperanzas. // Señor, / la jaula se ha vuelto pájaro, / qué haré con el miedo». Aunque si la jaula se ha vuelto pájaro, Diario, todo es vuelo, a pesar de los miedos, a pesar del caos que te pueda rodear, a pesar de los otros pájaros que entorpecen tu aleteo, todo es vuelo (19:45:52)

martes, 30 de junio de 2020

30 de junio de 2020. Martes.
QUEDA LA MIRADA

Detrás de la mascarilla, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se deja el confinamiento y se abre la libertad, pero no se ve la alegría por tal acontecimiento, la oculta la mascarilla. Todos somos el hombre del antifaz. Ocultamos la boca y la nariz, pero queda la mirada. Si la mirada es limpia, trasparente, dirá lo que somos. Los ojos son el ADN de nuestro corazón; si nuestro corazón canta, la música se hace concierto en los ojos. Corcheas y más corcheas haciendo acordes sonoros. Arias hermosas. Y hay palomas, entonces, que vuelan en los ojos. Esta mañana he oído esta verdad: «El amor no se oye, se siente». Como el vuelo de las mariposas, como el asombro del niño por el descubrimiento de las cosas que ensanchan su mirada, como la luz de la estrella que ilumina la noche, y hace, Diario, que se replieguen las tinieblas (11:45:13).

lunes, 29 de junio de 2020

29 de junio de 2020. Lunes.
SE APELLIDA PINATAR

Iglesia de San Pedro del Pinatar, antigua. 

-San Pedro –o la roca, la piedra (Cefas)–, y el pueblo, ahí están. El pueblo, además, se apellida Pinatar. Por el bosque de pinos –dicen– que en él había. Y es feliz. Lo abrazan dos mares: el Mediterráneo –Mar Mayor–; y el otro, el más querido, el amado, el niño –tan frágil como una taza de loza–, llamado Mar Menor. Y San Pedro, el santo, patroneando, dirigiendo la fe de las gentes que lo habitan, como en Genesaret, cuando la pesca milagrosa. Él, dirigiendo la nave en este mar de la Historia, tan triste, tan hidroalcoholizada, tan herida en relaciones humanas, en la que nos ha tocado vivir. Sin embargo, hay fiesta en San Pedro, aunque sea más interior y mística que hacia afuera. El Señor que es coral, universal, se hace sin embargo intimidad, coloquio, recogimiento en el templo del corazón del creyente. Habrá misa, cohetería y cielo abierto a la oración, que es la lluvia que desde la tierra sube al cielo y lo moja, y lo hace florecer. Dios, con oído de Padre, Diario, escucha, y bendice; y en el tañer de las campanas se repite como llamada y júbilo, con emoción de bronce (13:29:36).

domingo, 28 de junio de 2020

28 de junio de 2020. Domingo.
ROCÍO DEL CIELO

Esperando el rocío, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Domingo, sol, y esperanza. Y la vida que sigue, y que, en el domingo, se hace alabanza, júbilo, celebración. La alabanza es el himno, el poema de la esperanza. Si alabo es que espero, y si espero es que vivo. Y si vivo, doy gracias, y ensalzo. Dice el salmo 88: «Dichoso el pueblo que sabe aclamar». Dichoso, feliz el pueblo que sabe dar gracias, elevar las manos y ofrecer de lo que ha recibido, mirar al cielo y esperar la lluvia, para seguir viviendo. Sin lluvia no hay cosecha y sin cosecha se muere la vida; la vida que es gracia; gracia alimentada por el rocío del cielo, que es bendición, fertilidad, abundancia ¿Hablo de Dios? (18:11:31).

sábado, 27 de junio de 2020

27 de junio de 2020. Sábado.
IDEALISTA AZUL

Azul, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Se toca la paz, en este día de "sábado azul", que diría Katy Parra, poeta. También azul el vuelo vertiginoso de los vencejos. Y hasta ese silencio de las cosas, que solo se oye en el otro silencio que te observa cuando te miras en al espejo, el que siempre dice la verdad. Yo ando por el mundo de idealista azul, de soñador azul. De tonto azul. Esa es la razón por la que he podido tocar la paz azul, en este sábado azul. ¿Y Dios? Dios no tiene color, porque es amor; y el amor es leal y noble trono de todos los colores. Dios no mira el color de las cosas, sino la claridad –que no es color, sino esplendor– de las almas. Pongo atención, Diario, y noto a Dios hablándome en silencio, riendo conmigo en silencio, caminando conmigo en silencio, y entonces digo con Octavio Paz: «Froto mis párpados: / el cielo anda en la tierra», azul (10:36:59).

viernes, 26 de junio de 2020

26 de junio de 2020. Viernes.
EL PAPEL Y TÚ

En el panel en blanco, escribe. Edificio moderno. Madrid. F. FotVi

-Ante una hoja en blanco sobre la que tengo que escribir, me asustan dos cosas: su modo de mirar y sus silencios. Un servidor, antes de escribir, nunca mira fijamente la hoja que tiene delante; hoja que, como un ojo de tigre, te espía; la miro como si no la mirara, distraídamente, haciendo como que no la veo. Incluso, disimulando, silbo algo para distraerla. Y no oigo los silencios que lanza, que dan en los oídos como truenos de una tormenta inminente. La tormenta de la escritura. Pero su mirada y sus silencios te obligan a pensar, a hilar con finura lo que piensas, y a colocarlo luego letra a letra en el papel, como el que clasifica piedras preciosas. El papel y tú, o la tierra que tú aras, y que roturas, y que siembras hasta recoger el fruto: la espiga o la aceituna, el buen texto o el inicuo panfleto, que hiere. Y como diría George Orwell, el autor de 1984, novela, donde describe la maldad del ser humano contra el ser humano: «El gran enemigo de la claridad en el lenguaje –dice – es la insinceridad». Es decir, la falsedad, el fingimiento, el disfraz. Maldades de los tiempos en que vivimos: en política, en medios de comunicación, en redes sociales, en la judicatura, en cualquier escupidera, adonde mires. Pero, yo, Diario, en vez de llamar a la ira, convoco a la esperanza, para que ella me saque de este trance, y con Charlie Chaplin, digo: «Si ríes, el mundo reirá contigo; pero si lloras, el mundo dejará que llores solo» (18:25:04).

jueves, 25 de junio de 2020

25 de junio de 2020. Jueves.
EL VACÍO QUE TE MIRA

La casa y los libros, los sueños. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Ayer celebré la vida y la libertad, y el asombro; asombro por el reencuentro con las cosas más entrañables, aquellas que, de ordinario, nos pasan desapercibidas, pero que tan necesarias son en determinadas ocasiones: como el volante, o el cambio de marcha del coche; la carretera y el sigilo de la nube que cubre el cielo y amortigua un poco la saña del sol en verano; el ajetreo de la hormiga, la viveza de la ardilla, la fruta en el árbol, el huerto; y luego el hecho de coger la llave, abrir la puerta, y sentir el vacío de la casa que te da en los ojos; el vacío que te mira, y que te habla, y al que tú, con tu sola presencia, contestas, alegrándola, llenándola. Y es entonces cuando sabes que la casa tiene vida, y que es paciente para quedar cerrada una buena parte del año sin lamentarse, sin morirse; y esto es así porque en ella quedan los sueños que en el verano soñaste con ella, y las estrellas que os saludaron, y los mundos lejanos –las utopías–, Diario, que juntos visitasteis. La casa cerrada siempre vive, recordándote (19:00:09).