13 de julio de 2020. Lunes.
DARSE CON EL GOZO
Señales en el cielo, de alegría. Lo Pagán. F: Fotvi |
-Esta mañana me levanto
y descubro que no me duele la cabeza; no me duele la boca; ni las manos que se
abren y alaban, y abrazan y celebran; esta mañana me levanto y descubro que me
duele un pie. Lo que está en el más allá, o en la otra esquina de mí mismo. Pero
no me duele todo el pie: solo uno de sus dedos, como un elegido por la gracia
del dolor para recordarme que soy debilidad, que sin embargo sueña y
vive. Y sufre. Y entonces me viene a la memoria –esa página donde se guardan tantas
cosas– los versos de José Hierro: «Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por
el dolor que el alma existe». Llegar por el dolor a la alegría, parece una
contradicción, pero es el único camino –pedregoso y difícil, terrible a veces–
de, al fin, darse con el gozo, y, en él, tocar la paz: o el don de la
serenidad, del equilibrio. Y con este deleite de la alegría hallada, saberse un ser
con alma: ese soplo de Dios, que, al hacernos más humanos, nos diviniza. Es
decir: en el polvo, en lo humano, donde habita el dolor, Dios alienta y allí inventa
la alegría, de la que saltan, Diario, las palomas del alma, y sus zureos
divinos (18:30:54).
No hay comentarios:
Publicar un comentario